viernes, 16 de febrero de 2018

La forma del agua. Guillermo del Toro

La forma del agua. Guillermo del Toro


Escribí en mi muro de facebook unas líneas entusiastas sobre esta película y se abrió un debate interesante en varios aspectos. Eso me anima a explicarme con mayor detalle y precisión.
¿Qué me gusta de este film?



Los personajes

Para empezar, el elenco de protagonistas. Ningun@ responde al criterio de “perfección modélica” habitual. Todas y todos rompen las normas “ideales” que el patriarcado, el neoliberalismo, el racismo y la sociedad competitiva marcan.
Así, Elisa, la protagonista más destacada, no es guapa (ojo, no estoy diciendo que no pueda parecerle guapa a alguien ni que sea fea sino que no responde al "nivel exigido" de belleza según los criterios imperantes). Además, es muda, o sea, tiene una tara física –y sigo refiriéndome a los criterios imperantes, en este caso, criterios de “perfección”.

Conviene, sin embargo, resaltar que, si bien es muda, no carece de voz. Intentaron, en efecto, privarla de palabra agrediéndola salvajemente, pero no lo consiguieron. La dejaron muda pero no sin habla. Cierto que no es parlanchina pero también cierto, ciertísimo que, cuando quiere decir algo, lo dice y lo dice con total vehemencia. Nada que ver, pues, con la propuesta de, por ejemplo, “Hable con ella”, el film de Almodóvar, donde las mujeres carecían de voz. Este no es el caso. De hecho, Elisa no tiene nada que ver con los personajes femeninos de otras muchísimas películas que, si bien no son mudas, como si lo fueran puesto que no dicen nada (nada que sea medianamente significativo). O sea…

Elisa puede parecernos, de entrada, excesivamente lisa, suave, ingenua, callada, “amoldable”. Pero rápidamente descubrimos que no, que es un personaje que reconoce y reivindica sus deseos. En ese sentido, y por ejemplo, resulta divertido su ritual mañanero de la paja (aunque a mí me parece mejor dejar esos rituales para la noche, pero, a ver, para gustos, los colores).


Zelda, su amiga, es negra. Hollywood puede aceptar -de vez en cuando y sin pasarse- una protagonista negra siempre que sea del tipo Halle Berry. O sea, guapísima según los cánones patriarcales. Y no es el caso. De modo que, al igual que Elisa, este personaje rompe los “ideales” difundidos por la mayoría de los films. Zelda habla mucho, pero el suyo no es un discurso alocado ni vacío, no es la “clásica mujer parlanchina cabeza de chorlito”. No. Todo lo que dice tiene interés (y, a menudo, mucho humor). No solo habla, también observa, deduce, analiza. Es inteligente y ha pensado. ¿Su debilidad? Aguantar a un marido bastante impresentable. Pero, a ver, los personajes interesantes ¿tienen que ser modélicos? Pues no. Ni siquiera conviene que lo sean. La perfección extrema (excepto en lo relativo a la guapura de las mujeres) obstaculiza incluso los mecanismos de identificación-proyección que tan importantes resultan para engancharnos al relato. Eso lo tienen claro quienes realizan ficciones. Por ejemplo, si os fijáis, el “maravilloso” Edward de Pretty Woman, tiene sus debilidades y defectillos. Si pensáis en los héroes de Clint Eastwood (esos que tanta testosterona derrochan) igual. El quid está en considerar qué fallas son “perdonables”, qué defectos puede tener un “sargento de hierro” cualquiera sin menoscabo de su virilidad (sino todo lo contrario) y cuáles no… O sea, qué educación emocional se nos transmite. Qué imaginario se promueve…Y volviendo al personaje de Zelda ¿cuántas, como ella, aguantan maridos que ya no les aportan nada (digo ni siquiera ilusión o “cosita”) sino que son un peso muerto? Zelda es consciente de esa situación pero aún no se ha atrevido a romper. Se aceptan apuestas sobre si, a partir de la intervención del marido, Zelda lo largará. Y, en cualquier caso, el film constata esa debilidad, no la idealiza.  



Pasemos a los personajes masculinos: empiezo por el doctor Robert Hoffstetler, el espía ruso sentimental, un poco desvalido, algo solitario y perdido, que tiene una idea romántica de la ciencia. En consecuencia, se resiste a sacrificarla en pro de “ideales” supuestamente más altos (la patria, por ejemplo) porque para él son espurios. 

El monstruo. Monstruo según el criterio “normado”, pero que no es tal. Por eso prefiero llamarlo hombre-pez. Pasado el primer shock ¿no estáis de acuerdo conmigo en que es guapetón? Un cuerpazo, un tornasolado divino, unas agallas delicadísimas, unos ojazos expresivos, una boca de escándalo. Un tipo que si bien no es tan inteligente como Elisa, está dispuesto a aprender y que, además, posee unos maravillosos poderes curativos-regenerativos. Un novio estupendo, en suma: un tipo que lo rozas con un dedo y destella… Un tipo con el que el enrolle sexual no será un mete-saca en plan martillo pilón sino una fiesta de sensualidad, abandono y exploración (imaginamos, por lo poco que vemos). Cierto que el relato hace una  "concesión" al tópico cuando nos explica que, por supuesto, tiene pene, pero os recuerdo que los machos lo tienen (machos no en su connotación de "tipo machista" sino en el sentido literal de seres sexuados). Claro que podríais decirme: justamente por eso, porque es evidente, resulta inútil que lo digan. Bueno, sí, pero tampoco es aberrante que lo mencionen, ni, por supuesto, implica que la relación sexual pase (o pase exclusivamente) por la penetración. Y lo digo porque, como he señalado más arriba, no es eso lo que vemos. Y, como bien sabéis, en el cine, lo que importa es lo que se ve.
Así, y por contraste, cuando nos muestran al coronel y su "santa" esposa (digo "santa" porque está metida a tope en la mística de la feminidad) en el “el acto sexual” (acto, sí, acto en el mismo sentido que cambiar la rueda de un coche es un acto. ¿sexual? depende de lo entendamos por sexualidad... el coronel lo realiza con su sexo pero, desde luego, no hay abandono, hedonismo, caricias, ni erotismo) digo que, cuando los vemos (porque sí nos lo muestran), queda clarísimo que él a lo suyo y ella a lo suyo (siendo lo suyo -de él- darse gusto utilizando el cuerpo de ella y siendo lo suyo -de ella- abrirse de piernas y dejarlo hacer).

Gilles, el vecino. Un ser entrañable. Tiene miedo. Miedo ante la vejez que se le echa encima, miedo ante la modernidad que lo margina, miedo a la soledad que lo acosa. Y enternece verlo tan apenado por su calvicie… Es frágil y se reconoce como tal. Yo entiendo sus miedos. Solo los “divinos” héroes americanos son machos irrompibles que no tienen miedo.

¿Tiene miedo el coronel Richard Strickland? ni pizca. Tiene ira, tiene prepotencia, tiene deseos de triunfar, de someter. Es un personaje con todos los “clásicos” valores viriles: competitividad, carencia de empatía, dureza. Ve la vida como una batalla que hay que ganar… Incluso físicamente, corresponde al prototipo hollywoodiense: mandíbula cuadrada, bien “plantao”, bien trajeado, acostumbrado a dominar. Un patán completo totalmente pagado de sí mismo. Racista, clasista, machista. Son divertidísimas las conversaciones (o, mejor dicho, peroratas) que les dirige a “las mujeres de la limpieza” a las que, por supuesto, desprecia considerándolas poca cosa, tontas e incultas (más incultas que él, lo cual ya resulta portentoso). Pero ellas le toman el pelo y el relato le da su merecido…

De qué va la película

¿Y de qué va esta película? Yo no creo que lo fundamental sea la historia de amor. Eso es el pretexto, la salsa que liga el relato. Pero, lo que de verdad nos cuenta, lo que de verdad interesa del film es la lucha contra quienes controlan el poder, se sustentan en sus normas y cuentan con el visto bueno social. Va, como muchísimos relatos (si ojeáis a Propp veréis que no hay treinta y seis mil posibilidades de relato) de la lucha entre el bien y el mal. Y me encanta que aquí “el bien” lo porten los personajes que, como hemos visto, no son modélicos, ni heroicos, ni ricos, ni poderosos, ni están bien considerados. Los que habitualmente son antihéroes, en una palabra.

El film es, además, una bomba contra el cine que hoy produce Hollywood. Y, en ese sentido, da mucha alegría ver cómo le toma el pelo… 

Parodia la familia “perfecta”. La del Coronel Richard Strickland lo es: esposa que, como dije anteriormente, ha asumido totalmente "la mística de la feminidad", que lo espera arreglada e impecable, con la casa y la comida a punto y ella dispuesta a abrirse de piernas. La parejita de hijos rubios, repeinados y sonrientes… 

Parodia de la obsesión de los yanquis con Rusia y la idea fija de los rusos (con la excepción de Robert Hoffstetler) por competir con USA, olvidando por completo y marginando totalmente cualquier ideal revolucionario. 

Parodia del héroe americano y de los valores neoliberales que los sustentan: individualismo, búsqueda del éxito sin entrañas (porque la empatía debilita), espíritu simplista, etc.

Yo me reí con cantidad de detalles. Las contraseñas que intercambian los espías, por ejemplo; la fascinación del hombre-pez por el cine (un cine al que ya nadie va, o sea, toda una radiografía de la situación cinematográfica actual, donde hay que ser algo rarit@ para seguir amando el cine); las alusiones cinéfilas a géneros cinematográficos clásicos, a decorados de referencia, a mitos, a tramas e incluso a una época menos brutal y desencantada que la que vivimos…
Esta mirada crítica, social y política me parece la esencia del film. Junto con un "toque" (o más) ecologista -por llamarlo de alguna manera- pues ¿qué representa ese hombre-pez sino una metáfora de la naturaleza que machacamos, sometemos y estamos dispuestos a destruir?… Esa naturaleza que es, sin embargo curativa (incluso con su punto salvaje -y me refiero al episodio del gato-). Ese hombre-pez-naturaleza no es un monstruo. Es poderoso pero, a la vez, está desvalido frente a la ferocidad de un mundo depredador que solo busca el propio provecho. A pesar de su fuerza y su potencia, ha sido apresado, castigado, atado y maltratado… Y, para salvarse, necesita que los humanos (los mejores, no los bestias) lo desencadenen y se pongan de su parte…


Todo esto es lo yo creo que realmente cuenta el film. Y nos lo cuenta de forma amable. El relato se nos ofrece envuelto en un hermoso papel de colores (aunque en el film haya pocos). Porque, cierto, La forma del agua no es una películas descarnada ni dura. No es una tragedia. Pero, a ver, ¿de cuándo acá una comedia o un film cordial no puede tener trasfondo? ¿Solo dicen cosas que importen los films de los que sales “destrozaita” y como si te hubieran pasado por el alma una lija de grano grueso? Pues no. Claro que no.

Y, como apunté antes, a mí la historia de amor solo me parece la salsa del plato, un pretexto, un leitmotiv que adorna y da un toque de sabor al guiso. Ya sé que alguna se irrita porque emparejan un “monstruo” con una mujer pero es que, como vengo explicando, opino que ese “monstruo” es bello y estupendo. Y, “pequeño” detalle: es ella la que lleva la iniciativa… 

Como he comentado en numerosas ocasiones, hay dos situaciones que aún son extremadamente raras en el cine: 1. que las chicas sean amigas de verdad entre sí, se quieran y se ayuden. 2. Que en las relaciones amorosas ellas lleven la iniciativa. Este film rompe las dos convenciones.

De modo que nada que ver tampoco con la clásica historia de La Bella y la Bestia. En primer lugar porque, como dijimos, aquí la chica no es el prototipo de “bella”, en segundo lugar porque el “monstruo” sí es, por contra, bastante bello, en tercer lugar porque el “monstruo” no es,  ni mucho menos, un ser bestial sino un ser benéfico y, en cuarto lugar -y sobre todo– porque, a ver, pensemos en la historia de la Bella y la Bestia ¿de qué lo salva ella? No de los malvados (como sí ocurre en esta película que comentamos). Bella lo salva de su propia maldad. ¿Cómo lo salva? Siendo buena buenísima. Buena por los dos. El mensaje de la Bella y la Bestia es patriarcal a tope, una variante de Los cuentos de las mil y una noches, de Las cincuenta sobras de Grey, de los anuncios de Soberano y de las prédicas de la Sección Femenina: por bestia que sea “nuestro amo”, debemos saber cómo aplacar sus demonios. La responsabilidad es nuestra. O sea, lo de siempre: ellos pueden permitirse el lujo de ser feos y violentos. Nosotras, a fuerza de dulzura y belleza, apelando adecuadamente nuestro arte femenino, conseguiremos "cambiarlos". Si una mujer no logra apaciguar a la bestia, es porque no sabe “llevarlo”, porque no es suficientemente hábil, paciente, encantadora, a la par que discreta.

Y cierto, el final de este film es más dudoso. Pero tampoco tiene una lectura lineal ni forzosamente negativa. Vamos, que está a años luz de La sirenita. Y si no entro en ello es por no hacer spoliers.

Concluyendo

Dicho esto: ¿La forma del agua es un film portentoso, extraordinario, genial? Dejémosles los adjetivos desmelenados a las distribuidoras.
Yo digo que es una buena película, que tiene una mirada progresista, corrosiva y política. Que nos dice que no es preciso ser guapa ni perfecta, ni blanca ni joven ni triunfadora ni insensible, ni "super" en ningún aspecto para ser potente ni para portar el relato.
Creo, además, que es muy divertida, que, como dije antes, hace parodias constantes del cine de Hollywood y de todos sus tópicos y que es una alegría poder reír sin reservas. Reír sin sentirse idiota: un placer raro en los tiempos que corren…
Y este film puede gustar a un amplio abanico de público.

Y, ojo, que tampoco digo que sea una película feminista porque yo ese listón lo coloco muy alto pero no es machista. Pero para nada.

Discrepancias.

Y sí, de cualquier película se pueden hacer muchas lecturas. Está claro que el cine moviliza más cuerdas personales (racionales o irracionales) que cualquier otro modo de representación. Y eso de que el texto solo se construye con el lector, es totalmente cierto.  Solo quien "lee" un texto (en sentido literal o amplio) le da sentido. Por lo mismo, resulta evidente que cualquier película no constituye un discurso cerrado que esté ahí, fuera de nosotr@s. Y, por eso, pueden hacerse interpretaciones diversas. Por eso, un mismo film, gusta a ciertas personas y a otras no, a algunas les interpele y a otras las deja frías. Con todo, y como muchas veces he explicado en mis escritos, tampoco eso significa que podamos interpretar exactamente lo que nos dé la gana. El texto no tiene un sentido cerrado pero tampoco dice lo que no dice. No podemos interpretar Atame o Un día perfecto como películas feministas por más que lo intentemos. Y, del mismo modo, entiendo que no puede decirse que el personaje de Elsa sea muda solo porque su voz no tenga sonido material.


Del debate y las discrepancias.

No debemos temer a las discrepancias. Debatir, incluso ásperamente (mejor si se hace de forma más contenida, pero el carácter de cada cual no siempre se controla) es enriquecedor. Debatir con personas con quienes se tiene una base ideológica común, por supuesto. No con esa gente que anda por ahí, muchas veces oculta bajo perfiles falsos, olismeando en tu muro, esperando la mínima ocasión para saltarte el cuello.

Termino, pues, haciendo un elogio del debate (del debate en general). El debate, incluso cuando no te hace cambiar de opinión, te abre puertas y ventanas mentales. Te das cuenta, por ejemplo, de que no te explicaste bien, de que no matizaste, de que obviaste aspectos, pasaste de puntillas sobre un tema que merece ser analizado, etc. etc. Espero haberme explicado mejor aquí pero, por supuesto, podéis disentir todo lo que os dé la gana, que para eso la tenéis (digo las ganas)



4 comentarios:

  1. Una película que me dio gusto verla. La imagen me pareció impecable, parecían cuadros de Hopper; las actrices extraordinarias. Todo se dejaba ver de una forma muy agradable y lo agradecí. El careto del malo me hubiera gustado haberlo visto menos, pero nada es perfecto.

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  2. Hola!! Estoy de acuerdo en todo lo que dices y me ha gustado mucho tu análisis. Con respecto al final, que comentas que es algo que no está muy claro y se puede discutir, permíteme decirte lo que yo entend, asi podemos abrir un pequeño diálogo. CUIDADO SPOILER. A lo largo de la película se hace varias alusiones a algunos datos interesantes de nuestraa protagonista. Se menciona que fue encontrada de bebé en las orillas del río, parece sospechoso. En el cuello tiene dos marcas que como la de nuestro ser acuático parecen agallas (quizás con esto este relacionada su mudez) y, además, ella tiene mucha relación con el agua, pensemos por ejemplo su elección para mastirbarse. Esto me lleva a la siguiente idea: ella es muda porque viene de otro mundo, es decir, como el monstruo su hábita es otra. Metafóricamente no encaja en un mundo donde la gente ataca aquello que debería defender, no entiende esos valores y ese lenguaje y aprende a manifestarse sí, pero es quizàs la metáfora de cómo el mundo con todo lo grotesco que dncierra, dirigido por hombres con pensamientos políticos y económicos deleznables no escuchan, ni se molestan en entender a quienes intentan comunicar otro tipo de ideas. Estos mismos seres dominantes que no la entienden en la representación del jefe es quien acaba asesinándola, otra metáfora, pero el ser pez la lleva a un mundo, diferente al que ella conoce, donde quieren sanarla. Quizás este mensaje venga a decirnos, busquemos construir otros mundos (como el acuático en la peli, donde rige la comunicación con diversos lenguajes, el respeto, el compañerismo... etc) y dejemos ese horrible lugar donde no es que no podamos comunicarnos, es que hay quiénes no quieren entender nuestro mensaje.

    Disculpa la parrafada.

    un saludo y gracias por tu maravilloso análisis.

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  3. Mmmm m quito el sombrero ante tu análisis...me quedé flipada. Profundo y sin una coma de más. Enhorabuena y sigue escribiendo así de genial.

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