Quizá por ello, La vie d'Adèle, lejos de decepcionarme, me gustó bastante.
Lo que me gusta
La pasmosa movilidad de la cámara. No una movilidad a lo tonto sino significativa,
armónica y bella. Una fotografía preciosa que deja grabada la luz en nuestros
ojos (incluso horas después de haber abandonado la sala). Un montaje
extraordinario. Una actriz impresionante. Pero buena, buena, buena. Y, aunque
yo odio el abuso del primer plano, en esta peli (donde quizá el 90% del metraje
son primeros planos) los primeros planos me parecían muy adecuados y nunca
llegaron realmente a cansarme (aunque estuve casi a punto; o quizá, más
bien, a veces, deseaba completar el primer plano con otros planos más amplios).
Tampoco me molestaron las digresiones narrativas del film,
esos vericuetos en los que se mete y que no añaden nada al hilo de relato principal
que vertebra el film. Yo soy alguien muy ávido de vida y si me dan vida (me la
dan bien narrada, por supuesto, como considero que pasa aquí) no me quejo.
Cabe preguntarse, sin embargo: ¿Le hubieran dado la
Palma de Oro si la historia girara en torno a una pareja hétero? Puede que no. Quizá
el jurado hubiera preferido La Vénus à la
fourrure de Roman Polanski.
Pero, además de la novedad de tratarse de dos mujeres, tiene otra cosa a
su favor: el gusto y la tradición que muestra la cinematografía francesa por el
tema de la escuela, la educación, el estudio de los textos literarios, etc. y que
en el film es un sub hilo permanente. El cine francés lo trata intensamente, tanto
en documentales: Etre et avoir, Nous, Princesses de Cleves, como en
ficciones: Dans la maison, Entre les murs. De hecho, creo que si ésta
última ganó la Palma de Oro en 2008 frente a Valse avec Bachir o Gomorra,
en parte fue debido al tema.
Confieso que yo también soy muy sensible al asunto y que, en cuanto sale
gente aprendiendo (ya sean niños pequeños, adolescentes e, incluso, tercera
edad), me emociono. Me conmueve de verdad, me entra la vena sensiblera al
verlos destripando a Marivaux. No lo puedo remediar.
Hay quien se pregunta: ¿Pero, de verdad, en Francia una clase de
instituto transcurre así? Aclaremos que Adèle está en un bachillerato
literario. Es ya una opción. Y aclaremos que, por supuesto, depende de los
centros, pero, en Francia, la literatura se toma en serio y la estudian, no
aprendiéndose las fechas del nacimiento y de la muerte, ni de la primera
edición, ni de si se casó ni con quién, sino confrontándose al texto literario.
Lo mejor de esta película, para mí, es el retrato que hace de la
adolescencia, con todas sus tensiones, sus mitos, sus miedos, lo dicho y lo
callado, la presión del grupo, la búsqueda de la propia identidad, la fuerza,
etc. El film, en esa descripción, es excelente.
Las famosas escenas de cama no me han parecido demasiado largas. Es
verdad que podrían haber durado menos, pero tampoco son una pasada voyeurista
como me temía. Recuerdo, por contraste, lo insoportable que me pareció el baile
de Rym (Hafsia Herzi) en Cuscús. Esa
escena sí estaba filmada con un voyeurismo vomitivo. Conviene aclarar, una vez más,
que no se puede confundir lo que se muestra con la mirada que se construye
sobre ello. Se puede filmar una violación con mirada sádica, despreocupada,
alegre, morbosa o todo lo contrario. Una película puede acoplar las miradas de
la cámara con la de los personajes y con la de los espectadores pero también
puede hacer lo contrario y evitar que seamos cómplices de lo que vemos. Un
ejemplo de la primera opción es la escena de Cuscús que he mencionado porque muestra el voyeurismo de una panda
sobre el cuerpo de una joven haciéndonos partícipes a l@s espectadores de ese
voyeurismo. Un ejemplo de lo segundo está en Gomorra, cuando filma la visita de los jóvenes al burdel.
En cualquier caso, el cine nos ha mostrado tanto folleteo hétero (y tan
tópico, además) que una dosis de lesbianas, pues no hace daño a nadie, si la
escena es buena, por supuesto. Y ésta lo es porque consigue expresar la pasión,
el placer (contrariamente a lo que se ve en las pelis porno habituales). Y en
ese sentido, es creíble, es verdadera, más allá incluso de que se piense: no
hay cuerpo humano -por joven que sea- que aguante tantísimo orgasmo.
Los retratos de las dos familias, también están muy logrados. Quizá un
pelín pasados de punto. No es de recibo que Adèle, a su edad, y por muy
"proletarios" que sean sus padres ("proletarios" entre comillas porque esta palabra ya suena hasta
rara) mastique con la boca abierta. Ahí, la peli exagera. No exagera, por el
contrario, en destacar las diferencias culturales y sociales. En Francia, el
asunto del nivel, no tanto económico, como cultural, es durete. Un poco
terrorista, incluso. Saber o no saber: de vinos, de cuadros, de música, de
cine, de literatura, de restaurantes, de lugares… Y de otro montón de
cuestiones sutiles, sofisticadas y subentendidas, aparentemente tenues e invisibles
pero que forman barreras tremendas que pueden resultar humillantes y violentas.
En Francia, como analizó Bourdieu, la importancia de los factores culturales y
simbólicos en la reproducción social es clave. Bourdieu no exageraba. Os lo
aseguro.
Lo que no me ha gustado
Lo que no me ha gustado
¿Qué no me ha gustado? Pues, por ejemplo, que Adèle no tenga una sola amiga de verdad (aunque no
llegue a la brutal supresión de vida femenina que se muestra en el film Agora, A. Amenábar, 2009, donde Hipatia no tiene madre, ni hermanas, ni amigas, ni esclavas...). Se rodea de un grupo de
compañeras pero, en realidad, no cuenta con ninguna amiga, ninguna confidente. Su mejor amiga es un
amigo. Raro ¿no? Y raro que en ese instituto no haya chicas que la
defiendan (o que la defiendan más decididamente). Existen
mujeres malas y crueles pero ¿ninguna buena? Vamos, por diosa, eso contradice
la experiencia más elemental de todas nosotras.
De hecho, en esta película, las chicas, en general, no salen
bien paradas. Ellos son más estupendos, tiernos, atentos, comprensivos. La
escena donde Adèle va por primera vez al local de lesbianas es un tanto penosa:
todas echándose encima de ella, toqueteándola, acosándola. Parece un mundo de
lobas sin entrañas y al acecho. Una violencia y una agresividad que no se
corresponden con la realidad. Digo lo mismo que dije con lo de las "amigas" malvadas:
Haberlas, hailas pero francamente, ese no es el ambiente habitual entre las
lesbianas.
En la misma línea, obsérvese que, tanto en casa de los padres
de Adèle como de la madre de Emma, vemos a hombres cocinando (con una parella
al hombro, preparando platos…). En la fiesta que organizan Adèle y Emma
para los amigos de ésta última, es Adèle en exclusiva quien guisa y, no solo
quien guisa, sino quien se ocupa de todo. Un ama de casa total y a fondo. La
escena final de esa secuencia, en la que vemos a Adèle fregando mientras que
Emma ojea un libro en la cama, es para nota… Hemos de pensar que ¿nadie "más hombre tradicional"
que una mujer?… Y vuelvo a insistir: ¿puede haber parejas de mujeres donde una
explote tan descaradamente a otra? Sí, puede, pero resulta inquietante que la
película vaya "acumulando" aquí y allá tantas notas negativas sobre
las mujeres. Hombres 2, mujeres 0.
De esta secuencia alabo, sin embargo, lo bien que describe el
elitismo de "artistas y creadores" frente a "la simple maestra".
Describe bien su aislamiento (sutil y civilizado, claro). Pero cabe
preguntarse: cinco años más tarde (calculando por lo que duran los estudios,
han debido de pasar cinco años) ¿Adèle sigue sin tener amig@s propi@s? Extraño.
Y no me gusta nada, nada, la escena "trágica", en la que Emma rompe
con Adèle. No por la brutalidad sino porque su brutalidad es impostada, fuera
de tono (de tono de la película). Resulta increíble. El exceso le quita
intensidad narrativa y dramática. La convierte en otra cosa. A mí concretamente
me dejó fuera porque cambió mi tono espectatorial. Como si de pronto estuviera
ante otra peli.
Y, además, aunque Emma es un personaje poco construido -que no
terminamos de "ver" y ese es un fallo del film, desde mi punto de
vista-, su patrón de conducta no es la violencia física ni el insulto. Se puede
argumentar que en ese momento vive una situación extrema pero, incluso en las
situaciones extremas, cada cual responde cómo es. Emma explota a Adèle pero no
necesita, ni en los momentos más duros, hacerlo mediante ese desmelene,
justamente porque tiene mucho más poder. No necesita chillar ni pegar. Más bien
al revés: puede permitirse ser extremadamente cruel, sin despeinarse. Un film
que construye los sentimientos con perspicacia y finura, que nos adentra en las
emociones de los personajes, de pronto, se desboca. Pasa a ser otra película.
Parece que lo ha filmado otro director. Es una escena en disonancia total con
el resto. Pensemos en lo bien que ha descrito el desgaste de la relación entre
ambas: solo con miradas. Lo sutil que ha sido anteriormente destacando su relación y, de pronto, esto. Por eso no me creo esa escena.
Exterioriza en exceso lo que muestra y, por lo mismo, te expulsa.
En resumen, la forma en la que se muestra la violencia contradice la
forma en la que se nos ha mostrado anteriormente. Contradice el tipo de violencia
que Emma y los de su clase pueden ejercer sobre alguien como Adèle y que tan
estupendamente nos han descrito precedentemente. Resulta curioso, sin embargo,
que las dos veces anteriores en las que se dio violencia física (en el
instituto y el bar de lesbianas), ésta se produjera entre chicas. De modo que,
en agresividad, tanto verbal como física, las mujeres ganan por goleada: 3 a 0.
Curioso. O, como dirían los franceses remedando la célebre frase de la peli Quai des orfèbres (Clouzot, 1947):
"Bizarre, bizarre".
Y, por último, me molestan varios
detalles (más o menos detalles): que Adèle ande siempre con el moco caído (y
que no se lo limpie, caramba) y que, aparte de con Adèle, solo se enrolle con
chicos (es lo que vemos y, por lo tanto, es lo que "dice" el film).
Y, por último, cuando reflexionas, te das cuenta de que Adèle, que tanto
hemos querido al principio, termina siendo casi un zombi. Un ser sin vida
propia. Es verdad que tiene un trabajo que le gusta y que lo hace bien pero, fuera
de ese ámbito, solo tiene a Emma. Ya se sabe que las mujeres estamos
adiestradas desde la cuna para que consideremos el amor romántico como el alfa
y la omega de nuestra existencia aunque me parece excesivo que Adèle se lo tome tan al pie de la letra…
Y sí, mucha gente piensa que hay historias de amor que no se olvidan. Yo
creo que también hay cuerpos que no se olvidan. Duro es decirlo pero así lo
pienso. No se olvidan pero ¿ello ha de impedirte vivir? That is de
question. Yo opino que no. Que vivir es, por así decir, lo último que se pierde
(je, je, qué chiste tan malo). El amor suele morir (les histories d'amour finissent mal, en général,
cantaba Rita Mitsouko). Muere aunque se dé entre seres de clases
sociales y expectativas vitales homogéneas. Es duro y terrible. Triste la
muerte del amor, sí; triste su pérdida, sí; triste la nostalgia, sí; triste
(puede) la soledad, sí; triste el fracaso, sí, etc. pero, después, hay otros amores,
otros cuerpos, otras pérdidas, otras tristezas, otras nostalgias… Adèle, totalmente
rayada, no sabe algo tan elemental (y debe andar ya rondando los 26 o 27 añazos). A mí su obcecación no me parece "romántica", me parece obtusa. Así
es que no siento complacencia con esa "bonita historia de amor", me
irrita. Y esta opinión mía no se contrapone, para nada, con estos versos de
Cernuda que también suscribo: olvido de ti, sí, más no ignorancia tuya.
hum...habrá que verla pues...
ResponderEliminarBuen día, Pilar:
ResponderEliminarCoincido al 100 % en lo que expones sobre esta película... el día que fui a verla me llamó la atención que la mayor parte de las/los espectadores eran heterosexuales (eso lo huelo a distancia) e incluso personas muy mayores. Me llamó la atención porque parece que esta película ha suscitado unas expectativas y una curiosidad que normalmente no se produce con películas de "esta temática". Quizá esa sea la conquista en pleno siglo XXI: la "normalización" de la diferencia... o la tolerancia hacia ella, al menos en amplios sectores de nuestra sociedad, aunque ya sabemos todas/os que trogloditas homófobos y sexistas sigue habiendo. Gracias por tus impresiones. Son muy enriquecedoras. Saludos cordiales. Celia Estévez.
Enhorabuena!! Te Regalo la A ha decidido concederte la distinción Premio Liebster Award.
ResponderEliminarhttp://teregalolaa.blogspot.com.es/2013/11/premio-liebster-award.html