jueves, 17 de agosto de 2017

Mujeres protagonistas, mujeres diversas, historias inteligentes: L'intrusa; Unue famille heureuse; ESTIU 93

Este artículo fue publicado en Tribuna Feminista http://www.tribunafeminista.org/2017/06/mujeres-protagonistas-mujeres-diversas-historias-inteligentes/
Os aconsejo estos tres films (el último lo van a estrenar en España dentro de unos días). Los tres narran historias inteligentes e interesantes. Son, sin embargo, muy diversos, tanto como los personajes femeninos que los protagonizan.

«L’INTRUSA» de Leonardo Di Costanzo

Sitúa la acción en un centro de actividades de tiempo libre y juegos para niños y niñas de un barrio popular de Nápoles.
La directora del centro ha aceptado que una mujer, con su bebé de pocos meses y su niña de ocho años o diez años, ocupe una especie de cabaña que hay dentro del recinto del centro. Pero ocurre que esta mujer está casada con un asesino de la mafia.
La tensión y la confrontación narrativa se producen porque las familias de los demás niños del barrio, así como la policía y los profesores de la escuela, no soportan que la mujer de un mafioso se aloje allí. No solo por el peligro que representa (no ella en sí misma, sus circunstancias) sino porque lo viven como una afrenta, máxime teniendo en cuenta que ese mafioso asesinó por error a un buen hombre, padre de una de las niñas que acuden al centro.
Sin embargo, la directora no puede, en conciencia, ceder a las presiones vecinales y expulsar a esa mujer. Sabe que ella y sus dos hijos no tienen donde ir, puesto que han rechazado la ayuda de la mafia.
¿Qué me gusta del film? su inteligencia y su sutileza. Nada de trazos gruesos o simplistas a la americana, nada de personajes modélicos. Nada de “buenos y malos”. Digamos, simplificando, que los malos de verdad, los mafiosos, nunca aparecen. No los vemos. Es decir, esta película habla de la mafia sin hacerla protagonista, sin que los mafiosos, sus historias y los enfrentamientos entre ellos chupen pantalla y espacio narrativo.
Y por eso me gusta también esta película, porque no se trata de una más de las millonésimas que hay sobre mafiosos con sus jefazos o jefezuelos y sus sicarios, sus batallitas o sus batallazas. No.
Este film cuenta la realidad de la mafia, es decir: la destrucción social y moral que siembra allá donde se instala. Muestra cómo quien sufre es la sociedad civil.
El interés del film (no el único) reside ahí, en que describe las consecuencias de vivir en una ciudad donde todo está contaminado por la mafia. Cambia la perspectiva. Y ahí reside la clave. Así, por poner otro ejemplo: pensad en lo diferente que es ver un bombardeo filmado casi como un excitante castillo de fuegos artificiales con banda sonora a ver personas reventadas por las bombas (sobre todo civiles, que son quienes más padecen y perecen en las guerras). La emoción cambia, el mensaje también.
Pues este film hace lo mismo: centrarse en lo que de verdad es relevante. De hecho, si el problema de Nápoles fuera que los mafiosos se matan unos a otros ¿sería tan grave que hubiera uno más o menos en el mundo?
Otro punto de interés de esta película es que el eje narrativo se configura en torno a personajes femeninos.
La protagonista, directora del centro, no es una heroína pero sí es una mujer justa, que capta el sufrimiento ajeno y cree que hay que comprometerse con él aun sabiendo que, a veces, es muy difícil conciliar siquiera mínimamente los diversos dolores que la gente arrastra y de los que no es quizá responsable.

Otro punto de interés de esta película es que el eje narrativo se configura en torno a personajes femeninos.

El otro personaje, el de la esposa del mafioso, también está muy bien construido. No es, para nada, una “amable, pobre y dulce chica”. Al revés: hosca y dura, como su propia vida. Se entiende que tenga mal carácter y malas reacciones porque es una mujer herida y sin muchas alternativas. Resiste a base de mostrarse arisca y altanera. La aspereza es su coraza. Está llena de furia pero, a su manera, no se rinde y sigue velando por sus hijos.
Hasta ahora, Leonardo Di Costanzo, solo había dirigido documentales. Y creo que se nota. La voluntad narrativa ficcional se expresa pero la base documental es fuerte y por eso el film resulta tan potente, creo.

UNE FAMILLE HEUREUSE (My Happy Family y en su idioma original, ni idea), una peli georgiana, dirigida por Nana Ekvtimishvili y Simon Groß

Tres generaciones comparten apartamento: los abuelos, padres de la protagonista, el esposo de esta, el hijo y la hija de ambos y el marido de la última.
Una casa con el follón habitual y derivado de tal cóctel: cada uno con su tema, sus manías, sus incordios, etc. Nada grave. Pero Manana, la protagonista, está harta y decide irse a vivir sola. A todos les resulta incomprensible tal decisión por lo que todos buscan el drama, la ofensa que haya podido motivarla… y no, se trata simplemente de que esta señora, profesora de instituto, que se casó joven y lleva toda su vida viviendo en comunidad, desea ir a su aire y a su ritmo, estar, por fin, en medio de su silencio o su música, crearse sus propios ritos, comer lo que quiera y cuando quiera, sembrar sus tomates si le da por ahí… Extraordinario ¿no?
Además, este film tiene ese interés que yo siempre aprecio de los films que nos presentan países y mundos diferentes al nuestro: es como un tour turístico pero en lugar de hacerte visitar lo que se ve por fuera, los monumentos, te muestra lo de dentro, te habla de cómo es la vida de la gente.
Y yo, en ese sentido, soy de una curiosidad insaciable…

Por último quiero comentar ESTIU 93, de Carla Simón

Este film ha recibido ya varios premios en festivales internacionales (en el de Berlín, por ejemplo). Se va a estrenar en España dentro de unos días.
Las protagonistas son dos niñas (bueno, una, pero muy secundada por otra).
No podéis perderos esta película que rebosa sutileza e inteligencia, habla de cómo se viven, se elaboran y se superan los dramas en la infancia. Se nota que la directora narra algo personalmente transitado pero que, además, sabe contarlo. En efecto, la propia experiencia no basta para luego crear una obra tan perspicaz, tan fina, tan llena de matices. Se necesita ser una buena guionista y una buena directora y Carla lo es.

Hay que pasar por taquilla y pagar entrada. Solo así conseguiremos que cada vez más mujeres dirijan películas

Es, además, muy joven (este es su primer film) y eso me alegra porque significa que tiene futuro por delante. Pero, ya sabéis: ¿cuál es la condición sine qua non para que sus proyectos se concreten y se hagan realidad? que los productores los financien ¿Qué les moverá a hacerlo? pues que les resulten rentables financieramente.
Conclusión: hay que pasar por taquilla y pagar entrada. Solo así conseguiremos que cada vez más mujeres dirijan películas. Y sí, también hay hombres que hacen films extraordinarios y que no son machistas pero necesitamos que haya muchas directoras.

Wonder Woman, de Patty Jenkins

Este artículo fue publicado en Tribuna Feminista
http://www.tribunafeminista.org/2017/06/wonder-woman-de-patty-jenkins/



Wonder Woman es la primera película de superhéroes dirigida por una mujer, y, hasta ahora, la película económicamente más rentable de las dirigidas por una mujer[1].
Como se han publicado varias críticas y comentarios de este film, yo prescindo de hablar sobre lo que sin duda ya habréis leído y paso a directamente a daros mi opinión sobre el asunto que más me interesa: ¿se trata de un film feminista o no?

La prostitución: ¿servicio social necesario? ¿Prueba de libertad? ¿Y qué más?

Este artículo fue previamente publicado en El País del 30/03/2017. http://www.huffingtonpost.es/pilar-aguilar/la-prostitucion-servicio-social-necesario-prueba-de-libertad_a_22018204/






Para defender la legalización de la prostitución, se apela a varios argumentos. Algunos ciertamente fantasiosos.
Se alega, por ejemplo, que tal trabajo es muy rentable y que las prostitutas ganan más que una ingeniera informática, pongamos por caso. Otras voces (que se dicen de mujeres prostituidas) sostienen que prostituyéndose obtienen un goce sexual incomparable.
Resulta difícil creer ambos alegatos: 1. que las prostitutas de calles, parques, rotondas, puticlubs (o sea, la inmensa mayoría) se hagan ricas, sobre todo cuando se conocen –incluso someramente- las condiciones en las que son explotadas. 2. que alguien pague por dar placer a la persona pagada. Si así fuera, la prostitución constituiría el único terreno donde el cliente no es rey, sino un mandado de la mandada.
A poco que se cavile, estos argumentos terminan dando un poco de risa...
Es preciso, pues, apelar a explicaciones más sofisticadas. Así, el argumentario progresista tiene estos dos pilares:

  1. Acepta que prostituirse puede ser un trabajo desagradable, pero añade: ¿no lo es la minería? ¿y pedimos acabar con ella? No, por supuesto, pedimos mejorar las condiciones de los mineros.

La comparativa con la minería es un clásico entre sensibilidades de izquierdas.
Presenta, sin embargo y de entrada, un gran fallo: suponer que la prostitución es tan necesaria como la minería...
Aceptamos, en efecto, la necesidad de la minería (de la pesca y de otros trabajos penosos y arriesgados) y, por lo tanto, dirigimos el esfuerzo social, no a su supresión, sino a la mejora de las condiciones en la que se ejerce.
Pero, aceptar la necesidad de la prostitución supone aceptar que los varones, estén donde estén y hagan lo que hagan, puedan usar para su placer el cuerpo de las mujeres. La tarifa no será la misma si se tata del broche de oro que ofrece una multinacional como cierre de encuentro entre ejecutivos o si se trata de las prostitutas destinadas a quienes trabajan en los invernaderos del Almería, por ejemplo. Pero todos han de tener a su disposición su respectivo "harén democrático", como lo denominó Ana de Miguel.
Y, para probar la necesidad de esa institución, alegan el hecho de que siempre ha existido. Lo de "siempre" es falso. Ciertamente, civilizaciones muy antiguas conocían la prostitución. Lo cual solo significa que esas civilizaciones ya eran patriarcales y, por lo tanto, en ellas los hombres y sus deseos se consideraban prioritarios. Las mujeres, además de otros trabajos (agricultura, ganadería, etc.) estaban al servicio de los varones, cargaban con el cuidado del hogar y los hijos y, por supuesto, sus cuerpos eran de libre acceso: acceso común en el caso de las prostitutas o privado en el de las esposas.
En cualquier caso, el argumento de "siempre ha existido" es ridículo. También siempre existió la esclavitud y siempre existió (y sigue existiendo) la pena de muerte.

  1. Una vez que se acepta que la prostitución es necesaria, se aplica al argumento buenista que apela al bienestar de las prostitutas, a la necesidad de darles derechos y garantías.

Ya asombra que, si tanto preocupa el bienestar de las mujeres prostituidas, los dueños de puticlubs no las declaren como camareras, limpiadoras, enfermeras, electricistas o lo que consideren oportuno. Y asombra que quienes ejercen la prostitución por cuenta propia no se den de alta como autónomas en calidad de profesoras de idiomas, masajistas, fontaneras, informáticas o cualquier otra cosa.
Digo eso porque oficialmente tampoco existe el trabajo de escritora, por ejemplo. Las mujeres que escriben cotizan como alfareras, pintoras o electricistas. ¿Qué escrúpulo insalvable legalista y puntilloso impide a prostitutas y proxenetas hacer algo similar?
Por otra parte, si quienes piden legalizar la prostitución de verdad lo hicieran pensando en mejorar las condiciones y la seguridad de las mujeres prostituidas, deberían estar pidiendo al mismo tiempo, con ahínco y como condición sine qua non:
  • Que los clientes, antes de acceder al cuerpo de esas personas, tuvieran que presentar un certificado médico completo (actualizado cada mes, como mucho).
  • Que, además del condón, fueran obligatorios los guantes profilácticos y las mascarillas (para ellos, claro) ya que una gripe, una bronquitis, una hepatitis B pueden contagiarse no solo mediante penetración genital sino con esputos, fluidos varios, respiración, contactos corporales, manoseos, etc.
  • Que los inspectores de trabajo irrumpieran periódicamente y sin previo aviso en los burdeles para comprobar que todos los clientes están usando la parafernalia completa (preservativo, mascarillas, guantes) y que las condiciones de limpieza y salubridad son las adecuadas...
¿Piden los sindicatos de prostitutas que estas condiciones acompañen obligatoriamente la legalización? Pues no, claro que no. Ni por asomo. Lo cual, no es que me haga sospechar, sino que me confirma que los argumentos buenistas son simplemente una engañifa. Prédicas vacuas para engatusar a las almas cándidas.
En los otros argumentos de quienes abogan por legalizar prostitución no sé si merece la pena entrar.
Por ejemplo, en el de que el estigma que arrastran las prostitutas se debe a las abolicionistas. Da risa, la verdad, en primer lugar porque supone que cuando no había abolicionistas, la prostitución estaba bien considerada (¡!¿?); en segundo lugar, porque supone que los clientes sí las respetan (aunque el respeto no les impide manosear y penetrar cuerpos que no los desean); en tercer lugar, porque ignoran que el estigma es parte esencial del atractivo que la prostitución tiene para los clientes (y quien lo ignore, que se ilustre entrando en foros de puteros o que los oiga hablar del ganao).
Y, por último, un gran clásico: el argumento de la libertad. Ese que iguala la libertad de abortar con la libertad de prostituirse, ese que olvida que en la prostitución hay dos partes (mediadas por dinero y poder) y que, como señaló Françoise Héritier (sucesora de Claude Lévi-Strauss en el Colegio de Francia): "Decir que las mujeres tienen derecho a venderse es ocultar que los hombres tienen derecho a comprarlas".

¿'Wonder woman' o 'Johnny Guitar'?

Esta entrada fue publicada previamente en El País del 11/08/2017
http://www.huffingtonpost.es/pilar-aguilar/wonder-woman-o-jonnhy-guitar_a_23070645/



Cuando hablamos de los mansplaining (lecciones que dan algunos hombres a las mujeres) nos reímos, sí, pero con reservas. Nos caben dudas: ¿no estaremos exagerando? ¿malinterpretamos la generosidad como condescendencia?
Pero luego, te encuentras con algo como lo que escribe Jesús Mota en El País del 8 de agosto de 2017 y te das cuenta de que te has quedado corta.
Este señor, en su artículo, se toma la molestia de ilustrarnos y explicarnos qué películas son dignas y cuáles no de ser aprobadas por las feministas. Por ejemplo: Wonder woman, no, La loba, sí.
Da por supuesto que la confusión se debe a nuestra falta de cultura. Él lo dice más finamente: "Este adanismo es congruente con la ausencia de memoria (literaria, cinematográfica, pictórica, etcétera) entre el consumidor o espectador que explica el triunfo en los mercados del arte de cualquier idea vieja envuelta en celofán o palabrería barata". Lo dice en masculino (consumidor o espectador) pero nos lo dedica especialmente a nosotras, las feministas que, según asegura, somos quienes reivindicamos la película Wonder woman.
Supongo que él se ha leído una crítica laudatoria y ya da por supuesto que todas las feministas del mundo mundial pensamos exactamente lo mismo. Ignora que las opiniones de las feministas que han escrito sobre este film no son, ni mucho menos, unánimes. Caballerosamente nos aclara: El cine clásico abunda en mujeres poderosas [...] ¿Quieren una mujer poderosa? La Regina Giddens de La loba (interpretada por Bette Davis) es un ejemplo, excelso, eso sí, entre cientos. ¿Más? Pues ahí están Vienna (Joan Crawford) en Johnny Guitar o Emma Small (Mercedes McCambridge) en la misma película. ¿Prefieren alguna más joven? Pues Laurie (Vera Miles) en Centauros del desierto. Y si gusta más la comedia, la apabullante Susan Vance (Katharine Hepburn) en La fiera de mi niña, de Hawks, está a la altura. Entre muchas.
Lo primero que llama la atención es que a Mota le parezca que son muchas y que abundan. No cae en el pequeño detalle de que entre 80% el 90% de las películas están protagonizadas por varones, lo cual significa, de entrada, que los roles de las mujeres y su transcendencia en la historia quedan muy limitados. A él pueden parecerle muchísimas, abundantes e incluso excesivas pero objetivamente su juicio no se sostiene.
En ese sentido, citar Centauros del desierto ilustra claramente su pensamiento pues el papel de Laurie (Vera Miles) es episódico y totalmente marginal al núcleo del relato. Y, por si fuera poco, el poder de Laurie consiste en que está empecinada en "pescar" al ingenuazo de Martin. Mota no solo confunde poder con obstinación sino que considera que el poder de las mujeres solo se aplica a planes casamenteros...
O sea, según él, casi cualquier cosilla que no sea decir "Sí, bwana" ya es poder para las mujeres.
Y, lo más importante: si nos lanzamos a ser poderosas, Mota solo acepta que lo hagamos en "nuestro campo", con nuestras especialidades y peculiaridades: perversa intrigante como en La loba (donde, además, al final, miel sobre hojuelas, Regina se lleva su merecido), enfrentadas por un hombre (aunque evoquemos otros pretextos) como en Johnny Guitar, o divertidamente caprichosas e incongruentes como en La fiera de mi niña. Así, sí podemos mostrar poderío, pero no pegando puñetazos.
¿Qué sería del feminismo sin señores que nos explicaran de manera sencilla pero contundente en qué consiste?
¿Y cómo sabe Mota que el feminismo reivindica que las mujeres vayamos "encadenando mamporros"? ¿Cuántas líneas (no digo libros sino líneas) de feminismo ha leído él?
Pero no lo necesita, no para percibir claramente que: El feminismo ha llegado por fin a las playas del cine de acción y ocupará todas las posiciones estratégicas de la producción en una blitzkrieg fulgurante y triunfal.
Dicho así, casi da un poco de miedo: las hordas feministas ocupando todas las posiciones estratégicas...
Nótese, además, la palabreja en alemán. Demuestra que él si es culto, no como nosotras, que ni siquiera hemos visto La fiera de mi niña en alguno de los cientos de sus pases por TV. Y, nótese de paso, que no sabe que el feminismo lleva a sus espaldas siglos de lucha, o sea, que no estamos ante una guerra relámpago, fulgurante y triunfal.
Pero sí, a Mota no lo engañamos. Así es que él no duda de que "el meollo de esta cuestión sea la equiparación salarial de las protagonistas con los héroes del actioner".
¡Ah, caramba! Con que eran intereses espurios y materialistas: las actrices que quieren ganar tanto como los actores... ¡Habrase visto tamaña desvergüenza!
Mota es astuto, pero puede que nosotras no lo seamos y nos dejemos embaucar de modo que nos advierte: "La confluencia de mujeres poderosas y cine de acción no es el camino que reivindicará a la mujer en el cine".
¿Qué sería del feminismo sin señores que nos explicaran de manera sencilla pero contundente en qué consiste?
P.S. Dicho todo esto: mola ver a Joan Crawford con revolver...
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