Sorprende, en primer lugar, que, con la cantidad de temas, asuntos, personas e instituciones que nos oprimen, denigran y machacan gastemos un ápice de saliva en arremeter (ni siquiera suavemente) contra otras feministas.
No estoy diciendo que haya que negar las diferencias entre nosotras ni la conveniencia de contrastar y discutir prácticas y puntos de vista, pero dudo que estos artículos vayan esa dirección. No están destinados a plantear un debate con las FEMEN. Son más bien una condena o censura hacia ellas.
Esos artículos hacen, además, una condena y censura aproximativa y de "oídas". Se aferran a la cantinela de que van con los pechos "al vent", son rubias y jóvenes.
En el colmo de la confusión y la falta de rigor (por no decir en el colmo del oportunismo, quizá) otro día leí uno que empezaba atacándolas y terminaba atacando la prostitución. Al unir la crítica a las FEMEN y la condena a la prostitución podía entenderse que ambas críticas iban de la mano (o sea que las FEMEN eran favorables a la prostitución). Ahora bien, si en algo son contundentes las FEMEN es en su rotunda oposición, en su decidida lucha contra la prostitución no solo directa sino también encubierta bajo la capa de compra "honorable" de mujeres (esas agencias matrimoniales que venden por catálogo mujeres del este).
Aclaremos que las fundadoras de FEMEN son rubias porque son ucranianas. Es verdad que no es un grupo de militancia masiva. Son pocas (y quieren seguir siéndolo) y para pertencer a FEMEN hay que pasar una especie de "casting" y creo que eligen sólo a jóvenes (o relativamente jóvenes). Pero esa exigencia no es estética sino que está ligada al tipo de acciones que realizan. Así, por ejemplo, ponerse medio desnuda en París en pleno invierno -e incluso en primavera, otoño y, si me apuráis hasta en verano- exige una fortaleza física considerable. Eso sin olvidar que siempre terminan apaleadas (en Ucrania directamente torturadas). Ahora bien, no es cierto que todas tengan unas tetas hermosas, sean rubias ni sílfides (como se comprueba en la foto de más arriaba). Otra cosa es que los fotógrafos elijan para sus reportajes a las que ellos consideran que las tienen "de mejor ver".
En cualquier caso -y aunque no se compartan sus métodos- ¿podemos confundir nosotras, feministas, el hecho de que una mujer muestre sus pechos con el hecho de que otros muestren los pechos de las mujeres? O por decirlo gráficamente: ¿podemos creer que es lo mismo una mujer prostituida que una mujer que se acuesta con quien le viene en gana, tantas veces y con tanta gente como le apetezca? En los dos casos para el patriarcado son putas. Para mí, en ninguno.
Y lo curioso de los artículos que cuestionan FEMEN es que rara vez entran en el debate sobre sus principios programáticos.
No son filósofas, no presumen de aportar análisis altamente complejos y sofisticados (de todo tiene que haber y de todo ha habido en el feminismo). En cualqueir caso, yo los comparto sus objetivos. No sólo comparto su ataque frontal contra la prostitución, también me parece estupenda su decidida y contundente acometida a las religiones. Me encantan saber que una de las acciones que llevaron a cabo en su país de origen fue cortar una potente motosierra la cruz de cemento que domina simbólicamente no sé qué sitio de Ucrania (vamos, como si aquí se cargaran el monumento al sagrado corazón ese que está cerca de Getafe).
Las aplaudo con las dos manos mientras que con los pies zapateo para jalearlas. Y me parece estupendo que vayan a Nôtre Dame y la líen. Sobre todo porque si eso hiere a la sensibilidad de los creyentes también a mí me hiere y mucho que la tele (incluida la pública que pago con mis impuestos) ande todo el día con el santo padre (vergüenza tendría que darle, si la tuviera, dejarse llamar santo padre, que me recuerda a nuestro generalísimo).
Esta sensibilidad herida de l@s creyentes se parece mucho a la sensibilidad herida de l@s disputad@s a los que le hacen escraches.
Uy, qué penita me dan, esos creyentes que, sin embargo, desean la obligatoriedad de sus principios para tod@s l@s ciudadan@s. Las FEMEN no pretenden que todas vayamos con el pecho descubierto por el contrario, la iglesia pretende que los homos y lesbianas no se casen, que las mujeres -incluidas las ateas- no aborten, que nadie se divorcie, que la enseñanza religiosa sea obligatoria (como lo fue en nuestro país durante más de cuarenta años).
Y tienen el tupé de hablar de su sensibilidad herida, ellos que no ven inconviente en que yo, a través de mis impuestos, mantenga su red de centros de adoctrinamiento (iglesias, colegios, etc. y su personal apostólico...
Y eso por no hablar de la sensibilidad herida de los creyentes en países teocráticos donde el ateísmo o la disidencia es considerada crimen y donde las mujeres están absoluta, cotidiana y ferozmente controladas.
Se sienten heridos, los creyentes… Pues nada, que se pongan una tirita.
También quisiera destacar la tontería supina que consiste en reprochar las actuaciones de FEMEN -a propósito del asunto de Amina- alegando que FEMEN no representa a las mujeres tunecinas. Pues claro. Tampoco ellas representan a las mujeres tunecinas.
Igual que yo, si me manifiesto contra las desahucios no estoy representando a los desahuciados. La misma Ada Colau sólo representa a los desahuciados que forman parte de la organización que la ha elegido como representante.
Y aquí tenéis otra foto donde se ve que no todas son delgadas y rubias.
Y sí, mi cuerpo es mío, ni más ni menos mío que mi libertad. Es decir, peleo porque sea mío. Es mío como declaración programática. En eso consiste el feminismo: en luchar por la consuquista de espacios de libertad y por la conquista del propio cuerpo contra los que lo venden, lo compran, lo manipulan, lo violan, lo agreden.
Es curioso -como comenté en la entrada sobre el festival de Crétiel- que en el una de las últimas escenas del doc "Même un oiseau a besoin de son nid" de Christine Chansou las manifestantes hagan algo parecido: quitarse la ropa y dejar sus pechos al aire. Os recuerdo que este doc filma el combate que libran en Phnom Penh un@s vecin@s (sobre todo vecinas) contra la panda de capitalistas brutales, soeces, despiadados, inhumanos que, respaldados por políticos, jueces y policía arrasan un barrio popular y expulsan de sus casas a la gente a fin de edificar y construir "desarrollo, modernidad, negocio".
En la escena a la que me refiero, se muestra la represión que sufren las mujeres manifestantes por parte de la policía. Ellas, lejos de amedrentarse o huir, se enfrentan a las fuerzan del desorden y, en un gesto que llama la atención, se quitan las blusas y muestran sus pechos. Es curioso porque no creo que estas camboyianas sepan que FEMEN existe de modo que no estamos ante ninguna moda o tic de imitación. Tampoco, quizá, el gesto proceda del mismo proceso mental. Las FEMEN lo hacen por provocación. En las camboyianas parece como un último recurso, como "un aquí nos tenéis, somos mujeres, os presentamos nuestra piel desnuda, no tenemos armas pero estamos dispuestas a todo".
O eso creo yo.
No estoy diciendo que haya que negar las diferencias entre nosotras ni la conveniencia de contrastar y discutir prácticas y puntos de vista, pero dudo que estos artículos vayan esa dirección. No están destinados a plantear un debate con las FEMEN. Son más bien una condena o censura hacia ellas.
Esos artículos hacen, además, una condena y censura aproximativa y de "oídas". Se aferran a la cantinela de que van con los pechos "al vent", son rubias y jóvenes.
En el colmo de la confusión y la falta de rigor (por no decir en el colmo del oportunismo, quizá) otro día leí uno que empezaba atacándolas y terminaba atacando la prostitución. Al unir la crítica a las FEMEN y la condena a la prostitución podía entenderse que ambas críticas iban de la mano (o sea que las FEMEN eran favorables a la prostitución). Ahora bien, si en algo son contundentes las FEMEN es en su rotunda oposición, en su decidida lucha contra la prostitución no solo directa sino también encubierta bajo la capa de compra "honorable" de mujeres (esas agencias matrimoniales que venden por catálogo mujeres del este).
Aclaremos que las fundadoras de FEMEN son rubias porque son ucranianas. Es verdad que no es un grupo de militancia masiva. Son pocas (y quieren seguir siéndolo) y para pertencer a FEMEN hay que pasar una especie de "casting" y creo que eligen sólo a jóvenes (o relativamente jóvenes). Pero esa exigencia no es estética sino que está ligada al tipo de acciones que realizan. Así, por ejemplo, ponerse medio desnuda en París en pleno invierno -e incluso en primavera, otoño y, si me apuráis hasta en verano- exige una fortaleza física considerable. Eso sin olvidar que siempre terminan apaleadas (en Ucrania directamente torturadas). Ahora bien, no es cierto que todas tengan unas tetas hermosas, sean rubias ni sílfides (como se comprueba en la foto de más arriaba). Otra cosa es que los fotógrafos elijan para sus reportajes a las que ellos consideran que las tienen "de mejor ver".
En cualquier caso -y aunque no se compartan sus métodos- ¿podemos confundir nosotras, feministas, el hecho de que una mujer muestre sus pechos con el hecho de que otros muestren los pechos de las mujeres? O por decirlo gráficamente: ¿podemos creer que es lo mismo una mujer prostituida que una mujer que se acuesta con quien le viene en gana, tantas veces y con tanta gente como le apetezca? En los dos casos para el patriarcado son putas. Para mí, en ninguno.
Y lo curioso de los artículos que cuestionan FEMEN es que rara vez entran en el debate sobre sus principios programáticos.
No son filósofas, no presumen de aportar análisis altamente complejos y sofisticados (de todo tiene que haber y de todo ha habido en el feminismo). En cualqueir caso, yo los comparto sus objetivos. No sólo comparto su ataque frontal contra la prostitución, también me parece estupenda su decidida y contundente acometida a las religiones. Me encantan saber que una de las acciones que llevaron a cabo en su país de origen fue cortar una potente motosierra la cruz de cemento que domina simbólicamente no sé qué sitio de Ucrania (vamos, como si aquí se cargaran el monumento al sagrado corazón ese que está cerca de Getafe).
Las aplaudo con las dos manos mientras que con los pies zapateo para jalearlas. Y me parece estupendo que vayan a Nôtre Dame y la líen. Sobre todo porque si eso hiere a la sensibilidad de los creyentes también a mí me hiere y mucho que la tele (incluida la pública que pago con mis impuestos) ande todo el día con el santo padre (vergüenza tendría que darle, si la tuviera, dejarse llamar santo padre, que me recuerda a nuestro generalísimo).
Esta sensibilidad herida de l@s creyentes se parece mucho a la sensibilidad herida de l@s disputad@s a los que le hacen escraches.
Uy, qué penita me dan, esos creyentes que, sin embargo, desean la obligatoriedad de sus principios para tod@s l@s ciudadan@s. Las FEMEN no pretenden que todas vayamos con el pecho descubierto por el contrario, la iglesia pretende que los homos y lesbianas no se casen, que las mujeres -incluidas las ateas- no aborten, que nadie se divorcie, que la enseñanza religiosa sea obligatoria (como lo fue en nuestro país durante más de cuarenta años).
Y tienen el tupé de hablar de su sensibilidad herida, ellos que no ven inconviente en que yo, a través de mis impuestos, mantenga su red de centros de adoctrinamiento (iglesias, colegios, etc. y su personal apostólico...
Y eso por no hablar de la sensibilidad herida de los creyentes en países teocráticos donde el ateísmo o la disidencia es considerada crimen y donde las mujeres están absoluta, cotidiana y ferozmente controladas.
Se sienten heridos, los creyentes… Pues nada, que se pongan una tirita.
También quisiera destacar la tontería supina que consiste en reprochar las actuaciones de FEMEN -a propósito del asunto de Amina- alegando que FEMEN no representa a las mujeres tunecinas. Pues claro. Tampoco ellas representan a las mujeres tunecinas.
Igual que yo, si me manifiesto contra las desahucios no estoy representando a los desahuciados. La misma Ada Colau sólo representa a los desahuciados que forman parte de la organización que la ha elegido como representante.
Y aquí tenéis otra foto donde se ve que no todas son delgadas y rubias.
Y sí, mi cuerpo es mío, ni más ni menos mío que mi libertad. Es decir, peleo porque sea mío. Es mío como declaración programática. En eso consiste el feminismo: en luchar por la consuquista de espacios de libertad y por la conquista del propio cuerpo contra los que lo venden, lo compran, lo manipulan, lo violan, lo agreden.
Es curioso -como comenté en la entrada sobre el festival de Crétiel- que en el una de las últimas escenas del doc "Même un oiseau a besoin de son nid" de Christine Chansou las manifestantes hagan algo parecido: quitarse la ropa y dejar sus pechos al aire. Os recuerdo que este doc filma el combate que libran en Phnom Penh un@s vecin@s (sobre todo vecinas) contra la panda de capitalistas brutales, soeces, despiadados, inhumanos que, respaldados por políticos, jueces y policía arrasan un barrio popular y expulsan de sus casas a la gente a fin de edificar y construir "desarrollo, modernidad, negocio".
En la escena a la que me refiero, se muestra la represión que sufren las mujeres manifestantes por parte de la policía. Ellas, lejos de amedrentarse o huir, se enfrentan a las fuerzan del desorden y, en un gesto que llama la atención, se quitan las blusas y muestran sus pechos. Es curioso porque no creo que estas camboyianas sepan que FEMEN existe de modo que no estamos ante ninguna moda o tic de imitación. Tampoco, quizá, el gesto proceda del mismo proceso mental. Las FEMEN lo hacen por provocación. En las camboyianas parece como un último recurso, como "un aquí nos tenéis, somos mujeres, os presentamos nuestra piel desnuda, no tenemos armas pero estamos dispuestas a todo".
O eso creo yo.
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