martes, 22 de enero de 2013
Está nevando. Pienso en el poema de Machado. En una de mis vidas, fui profe de español en París y siempre lo leíamos. Es, además, muy cinematográfico: gran plano general con panorámica: "La nieve". El movimiento de panorámica se detiene y se centra sobre una casa perdida en medio del fiero paisaje nevado: Plano general más corto de la casa. Tráveling de acercamiento. Entramos por la ventana... Y así, con planos cada vez más cortos (pero sin agobiar ¿eh? que el cine actual por aquello de la tele, termina metiéndote en los higadillos). Y otra vez salimos de la casa a contemplar la hermosura y la enormidad de la nieve.
Luego llega la parte más difícil de rodar, aquella donde la directora (y el director, por supuesto) ha de demostrar lo que vale: los pensamientos y las emociones de los personajes. Ya se sabe que el cinematográfico es un lenguaje muy emocional pero eso no significa que sea fácil describir y representar emociones. Otra cosa es hacer llorar. Que eso está casi "tirao".
Y volviendo al poema: esa manera de terminar con la niña, es decir con la esperanza, el renacer, la vida, malgré tout.
La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra,
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
tal el golpe de un hacha sobre un leño.
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué placer leer entradas así...
ResponderEliminarInunda de belleza esta mañana, que como otras, está sembrada de miserias ahí fuera. Equilibra el mundo... Ayyy qué bien. Gracias, gracias, Pilar.