Hace poco colgué un comentario I, Daniel Blake, el último film de Loach y voy a empezar esta
crítica de Elle (Verhoeven, 2016)
evocándolo.
Elle es
visualmente más poderoso que I, Daniel
Blake. Y su puesta en escena más potente y refinada. Elle, a pesar de evidentes errores en la temporalidad, es una
película muy bien realizada y más “brillante” que I, Daniel Blake.
Ya sabemos que el cine de Hollywood (de Hollywood, esté
rodado donde esté rodado) es una excelente maquinaria que cuenta con elencos de
profesionales de primera magnitud. Una maquinaria muy perfeccionada y de
funcionamiento impecable en el manejo de las claves que fabrican sobresaltos,
impresiones y emociones. Tanto, que esos films pueden afectarnos saltándose a
la torera los valores que racionalmente sustentamos. Tanto, que pueden bloquear
la capacidad crítica ante lo que nos muestran.
¿Pero por qué evoco I,
Daniel Blake junto a Elle? Porque ambos films me parecen
respectivamente muy ilustrativos de dos maneras de entender el cine.
Loach cree en el cine mientras que Verhoeven solo juega con
él.
Hasta en el cartel se nota el cartón-piedra