El viernes pasado murió Emmanuelle Riva. Le faltaba un mes escaso para cumplir 90 años.
Creo que tuvo una buena vida. Y, en cualquier caso, se atrevió a vivirla. Y vivir la propia vida, es decir, seguir los propios proyectos y deseos, no es tarea fácil y menos para una mujer.
En la última entrevista que concedió (hace algo más de un año) volvía a reivindicar la libertad por la que siempre optó, tanto en lo personal como en lo relativo a su trabajo. Pensemos que, por ejemplo, nunca quiso casarse y no se casó. Ya sé que hoy en día es una opción que nos parece “casi” normal pero ¿os imagináis en los cincuenta o en los 60 las presiones y los sermoneos que tendría que aguantar?
Hiroshima, mon amor