Vi el último film de James Gray « The Lost City of Z ».
Y lo primero que me viene a la mente es lo que hablaba el otro día con algunas amigas respecto a las
películas realizadas y protagonizadas por mujeres: incluso las que no nos entusiasman, tienen el interés de que exploran mundos casi inéditos: los de
las mujeres. Y, por ahí, siempre hay una novedad (además de la conexión personal
con nosotras, espectadoras, que podemos vernos reflejadas en pantalla).
No es el caso de ésta, « The
Lost City of Z ». Y por eso directamente me aburrió y me desesperó. No penséis
que soy tan primaria que rehuyo cualquier película protagonizada por hombres (si
así fuera no tendría casi ocasión de ir al cine), no. Lo planteo desde otro ángulo, a saber: también quiero ver películas realizadas y protagonizadas por
mujeres. Quiero ver al menos tantas como realizadas y protagonizadas por
hombres, si no más, porque llevamos atraso.
Esta película resultará un embeleso para todas las personas
que amen el cine (y creo que para las demás, también).
Cartel italiano de la película
Como es bien sabido, en 1895, los hermanos Lumière inventaron
el Cinematógrafo.
Concretamente, el 19 de marzo de 1895 se rodó la primera película: "La salida de la fábrica Lumière". A esta le siguieron muchas más.
Después de una serie de proyecciones privadas o semi, se
organizó la primera proyección pública y de pago (un franco), ante treinta y tres espectadores. Fue el 28 diciembre
de 1895 en el Salón indio del Grand Café, boulevard des Capucines de Paris.
A los
pocos días, todas las espectativas quedaron desbordadas y las colas eran
impresionantes. En París no se hablaba de otra cosa.
Ese éxito fulgurante (aunque según creían los Lumière,
pasajero) les animó a formar una serie de operadores y enviarlos a los cuatro
rincones del mundo para que grabaran la vida.
Porque de eso se trataba, de mostrar lo que hasta entonces
solo había sido accesible para unos cuántos franceses privilegiados: ver
Londres, Madrid, Italia, Moscú o China. Ver cómo eran, no solo los lugares, sino
las gentes que los habitaban: cómo se movían o vestían, cómo sus idas y
venidas, sus medios de transporte, el ambiente… Prodigioso.
No tengo nada interesante que decir sobre La La Land (Damien Chazelle) porque no me interesó.
Pero, ojo, no me parece descabellado que haya gente a quien
le guste este film. De otros me horripila pensar que tengan fans. No es el caso
de La La Land. Entiendo que pueda entretener, incluso emocionar.
Ni me entretuvo, ni me interesó, ni me emocionó.
Creo que me pilla muy mayor y con muchas películas a mis
espaldas.
Me sonaba a “déjà
vu”. Y no porque yo sea vidente sino porque todo el proceso está muy “cantado” (aquí, propiamente cantado,
además). O sea (y lo que sigue no son spoliers porque cualquiera sabe lo que va
a pasar antes de que pase): 1. pareja que la primera o primeras veces que se
cruzan se rechazan, se caen mal, se desencuentran. 2. Proceso de “bajada del
burro”, es decir, proceso de aceptación del atractivo mutuo; durante ese
proceso ambos deben vencer las barreas levantadas por los encontronazos
anteriores. 3. Éxtasis amoroso ilustrado con paseos por distintos escenarios,
sonrisas, carrerillas cogidos
de la mano, sentadas en bancos estratégicamente situados, algún baile y alguna
cancioncilla (no olvidemos que estamos en un musical) y alguna charla (de no más de tres minutos, claro. De hecho creo que la única que dura algo más y que tiene más calado es la de la disputa).
Bueno, me diréis, es que resulta muy difícil contar algo
nuevo sobre el amor. Ya, sí. Y por eso el interés, la novedad ha residir
en una clave no anecdótica sino de otro orden: en darle a esa historia -tantas
veces contada- una profundidad, o un atractivo, o una belleza, o una
transcendencia, o una potencia, o humor, o una carga erótica o pasional… en fin,
un giro o un lo que sea.
Y no me parece que estemos ante ese caso.
La película tiene (o intenta tener)
algo de todo lo anterior (humor, atractivo, belleza, giro…) lo tiene, pero en dosis tan
minúsculas…. Al menos ese efecto me produce a mí.
Así, por ejemplo, fijémonos en el atractivo, glamour, arrebato,
etc. Ya sabemos que el atractivo se fabrica y que, grosso modo, se fabrica trabajando
dos alternativas (o una mezcla de ambas): belleza y potencia. Pues en Ryan
Gosling no encuentro ninguna de las dos: es soso, poco expresivo y nada
arrebatador. Emma Stone se salva más porque es muy buena actriz, pero tampoco. Y,
encima, no veo que haya una química especial entre ellos.
No sé, no transmiten pasión sino más bien ese tipo de amores
ligth entre adolescentes de playas californianas. Quizá porque tampoco por
separado ninguno de los dos encierra un trasfondo, un misterio, un “algo”. Se echa
de menos una o dos gotas (siquiera microscópicas) del toque sombrío e irónico de
Bogart o incluso el pasmo (pasmo pero luminoso) de Bergman…
Y agradezco lo que ambos protagonistas de La La Land han debido trabajar para
conseguir cantar y bailar decentemente, pero, en fin, en un musical espero que
me apabullen, no que me muestren como bailan y cantan gente como yo o tú
después de entrenarse con intensidad. Que no estamos en “Mira quién baila”… y
que el musical no es un género realista, para nada, todo lo contrario así es
que ¿por qué en este aspecto son tan “pacatos”? ¿Por qué no han elegido a dos
auténticos cantantes-bailarines? ¿Dónde están la Cyd Charisse o el Gene Kelly actuales?
https://www.youtube.com/watch?v=7YWBOfsXsDA
O si me decís: pero es que esa escena en muy tórrida, y esa torridez no va con el espíritu de La La Land, os repondo: Fred Astaire y Rita Hayworth:
https://www.youtube.com/watch?v=ILbvtB_0pKk
¿O dónde las coreografías de West Side Story?
Tampoco la música de La
La Land me parece embriagadora. Es más, encuentro un contrasentido que un
tipo, entregado y radical amante del jazz, luego compongan una cancioncilla,
pegadiza, cierto, pero cancioncilla.
De modo que, mientras transcurrían las tres fases anteriores, entre bostezo y bostezo, lo único que me preguntaba era ¿Y a estos qué o
quién les va a entorpecer su amor? Porque, claro, también está cantado que, una
vez que se aman, o se acaba peli o, en caso contrario, tiene que presentarse un
inconveniente…
Y aquí sí spoiler: me parece tontísima la “razón” por la que
se separan. Tonta e increíble. Vale, ella se va a París a rodar pero, por
favor, cuatro semanas… Y aunque fueran cuatro meses…
Hoy en día eso es nada. No solo porque coges el avión y en
unas horas te plantas donde sea, si no, y sobre todo, porque existen los
móviles, los mails, los whatsapp, los scapes, los etc. etc.
¿Quién puede tragarse que se pierdan radicalmente de vista?
si es que se siguen amando, claro…
Y cierto que los amores dan tumbos. Puede ocurrir que un
amor se acabe aunque persista el cariño, por supuesto. Pero aquí no se separan
por desgaste sino de la noche a la mañana y cortan, además, cualquier tipo de contacto.
No, no cuela…
De modo que, por resumir:
1.A mí me aburrió. Entiendo, sin embargo que a algunas personas les pueda gustar. 2. Incluso a quienes les gusta deben reconocer que es un film con poca “chicha”, poco fundamento, muy light y muy adolescente. 3. ¿Alguien se explica –sea o no amante de este film- que acapare tantas nominaciones a los Oscar? ¿Tan mal está el cine norteamericano? Apostilla: A mí, si lo que quieren es sacarme de la rutina de mi vida (¿?), hacerme soñar, contarme un bonito cuento, etc. me tienen que servir realmente un plato consistente: protagonistas guapos, con un "no sé qué", con sex-appel, que vivan historias intensas, que chorreen encanto y magia y que bailen y canten divino. Un par de jovenzuelos bastante sosos y del montón no me interpelan...