No le voy a negar a Carlos Vermut, director de "Magical
girl", un buen ojo cinematográfico. Pero, por favor y por lo que más
quiera, que, para el próximo film, busque guionista (de preferencia una
guionista y así, de paso, además de darle calidad al relato, le quitará
androcentrismo y machismo).
O sea: puedo aceptar que en el Festival de San Sebastián le dieran
el Premio al mejor director, pero que le dieran la Concha de Oro a la mejor película,
me deprime (me deprime por lo que el premio dice del jurado, por lo que dice de
la calidad de los otros films en competición y, más ampliamente, por lo que
dice de los gustos cinematográficos en boga).
La película tiene unos magníficos primeros minutos, magníficos
porque aún no se ha "metido en faena" y, en esos primeros minutos,
Vermut se limita a contar mostrando (cosa que, como señalé, hace bien). Luego
empieza el delirio de "a ver cómo me voy inventado líos raros y perversos"
(lo que una mente simple considera "raro y perverso"). En efecto, la historia es
tontorrona.
Un amoroso padre (las madres ya se sabe lo poco
cinematográficas que son) quiere cumplir los deseos de su hija. El amoroso
padre decide regalarle el uniforme de Magical girl a la niña. Dicho uniforme
cuesta casi 30.000€ de nada. A ese señor -en paro, para más señas- no se le
pasa por la cabeza algo tan axiomático como que los chinos venderán estupendas copias
del trajecito por cinco o diez euros. O que, si desea mayor calidad, se lo puede
encargar a una modista del barrio que le va a coser por dos duros una
monada llena de brillos, lentejuelas, perlas, puntillas, encajes y filtirés venidos
directamente de Pontejos.
A esas alturas de la película ya empiezas a entender por qué
es la historia de un padre (la niña es simplemente el pretexto) y no de una
madre. A una madre sí se le ocurrirían soluciones prácticas. Además, aunque una
madre puede hacer barbaridades por sus hijos (incluida la mayor: renunciar a su
propia vida para ponerla al servicio de ellos) solo a los hombres (los hombres de
la ficción delirante, claro) se le ocurren esas "heroicas locuras por el
amor de una mujer" (mujer aún en estado larvario de niña, pero mujer al
fin y al cabo, o sea, la perdición de los hombres desde Eva para acá). Es
decir: con una madre de protagonista no habría posibilidad de construir argumento
tan trastornado. Bueno, a una madre joven y guapetona se la puede convertir en
prostituta (que siempre es solución que da juego). Pero para el guionista es mucho
mejor que a lo de la prostitución se llegue por enredo interpuesto.
Y así, el argumento se va liando, liando... que es de lo que
se trata. En efecto: ¿por qué hacer sencillo si se puede marear? Pero, ojo, la alternativa
no se plantea entre hacer complejo o hacer sencillo sino entre hacer sencillo o
enredoso. El guionista-director no sabe que la complejidad reside en construir personajes
y situaciones complejas no en montar un tinglado. De modo que aquí las
situaciones son delirantes pero simplísimas y manidas hasta el hartazgo y los
personajes son ciertamente inexplicables pero planos. Es decir: son
inexplicables no porque su turbulencia y/complicación sea extrema sino porque
sencillamente sus locuras no se explican. No se explica, por ejemplo, por qué
un profesor de matemáticas ya entrado en años queda absolutamente cautivo y a
merced de una adolescente solo porque ella se atreve a decirle que le da lástima
(como si los profesores no oyésemos ese tipo de cosas un día sí y otro también).
Y así sucesivamente.
Se ve clarísimo que la obsesión de Vermut mientras escribía
el guión era: ¿cómo voy metiendo toques "inesperados, inquietantes,
sofisticados, oscuros"? Pero sus ocurrencias y hallazgos son propios de
adolescentes (adolescentes de treinta o cuarenta años pero con ese nivel de
complejidad mental) crecidos leyendo comics y viendo cine americano tipo Juez
Dredd (que, por cierto también es un cómic).
O sea: la "sofisticación" consiste, por ejemplo,
en que la Madame es lesbiana y en que, a pesar de dedicarse a ese negocio de vender y alquilar cuerpos,
resulta partidaria del matrimonio convencional y está feliz porque acaba de
casarse con su novia (ya solo les falta la tener la parejita).
O en que los ricos van vestidos como monjes y monjas. Elegantes,
pero monjiles, con ese toque oriental sobrio, ya sabéis: formas austeras, gris
o azul antracita, pelo recogido, mercedes oscuros de cristales opacos, etc.
O en que el organizador de las orgías sádicas esté en silla
de ruedas (las sillas de ruedas dan mucho juego, como es notorio).
O en que la entrada a la habitación del "mal y la
perversión supremas" esté marcada con un lagarto negro sobre la puerta. Sí,
una serpiente quizá sería más apropiada y daría más repelús. El lagarto (más bien lagartija) da risa.
O que el profesor de matemáticas se vista con sus mejores
galas para matar. Ya sabéis lo bien que quedan los rituales vestimentarios en
estos casos. Pero como también quedan ya algo manidos, puestos a hacer
originalidades, Vermut hubiera debido endosarle un traje de luces. Vestirlo de
torero, eso sí que hubiera sido un puntazo…
En fin la supuesta "oscuridad y turbulencia" se disuelve en incongruencia:
Los ricos, para plasmar sus maldades, en vez de acudir a la solución evidente (que
por otra parte es la real): por doscientos euros como mucho, se le paga el
viaje a una chica del este sin papeles a la que después (o durante) te liquidas y aquí paz y después gloria…En vez de eso, se gastan un montón de dinero (con lo poco que les gusta gastar dinero inútilmente
a los ricos).
O, como ya apunté, el hecho de que ese profesor de
matemáticas tenga tal cuelgue y esté tan a la merced de una mujer simplemente porque
de adolescente le hizo un truco de magia.
O el desorden metal de esa mujer cuya tipología es de risa. Mujer
que, por otra parte, no sabe suicidarse pero que va y se acuesta con el primer
pánfilo anti sexi que pasa bajo su balcón…
Y así sucesivamente.
Y si entro en faena y hago un medio análisis feminista ya es
que se me enciende la sangre: la historia como siempre es de ellos. ¿Los
personajes femeninos? simple pretextos para que los varones declinen todas las
preposiciones: con o contra, bajo, tras, cabe, de, desde, en, entre, hacia,
hasta, para, por, según, sin, so, sobre. ¿Las mujeres? pues, ya se sabe: la
perdición de los hombres, al menos de los hombres "normales". Los
únicos que no se pierden por ellas son los que las usan y las torturan. Los que
las aman (en fin, por llamarlo de alguna manera) están perdidos y va derechos
al desastre.
O sea, el título de la peli es una ironía total dado que, en
el manga, las Magical girls son personajes femeninos poseedores de poderes que
utilizan para hacer el bien. Ja.
Actores: muy bueno (excelente) Luis Bermejo. Muy buena (muy buen casting) Lucía
Pollán. Los otros, mediocres. Sacristán recitando (vale, con las entonaciones y
las pausas debidas, pero recitando un papel), o sea: malo.
Hace poco he visto una película feminista. Se llama El nacimiento de una nación. Al final las feministas son las heroínas. Machacan a todos los hombres, los convierten en carne picada, las feministas ganan y se ponen unos trajes con cucuruchos en la cabeza. Por la igualdad, claro, no es que quieran darle la vuelta a la tortilla.
ResponderEliminarHablando en serio. Tienes unas ideas generales de todo, sin conocimiento previo y con uso de abundantes lugares comunes (cómics, adolescencia, feminismo,..) Me recuerdas a aquellos rancios propagandistas de partidos de izquierdas y de derechas aferrados a consignas y mensajes que desvirtuaban el lenguaje. Hablas de simplicidad de ideas en una ficción y lo haces con un compendio penoso de clichés. Que alguien se considere feminista me parece tan repudiable como que se considere machista.?
ResponderEliminarQue cantidad de paridas por frase.
ResponderEliminarQue cantidad de paridas por frase.
ResponderEliminarQue cantidad de paridas por frase.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar- O en que la entrada a la habitación del "mal y la perversión supremas" esté marcada con un lagarto negro sobre la puerta. Sí, una serpiente quizá sería más apropiada y daría más repelús. El lagarto (yo diría que más bien lagartija) da risa pero es más original. -
ResponderEliminarEn 1934, Edogawa Rampo (célebre escritor, referente Japonés de las novelas de misterio) escribe y edita "La lagartija negra", obra clave dentro del género Noir (genero al cual, también pertenece la película a la cual te refieres).
Para ser más claro, quizás menos tendencioso (cosa que Ud. debería practicar para poder realizar una crítica más ecuánime) "la puerta del lagarto negro" es una clara referencia a este maestro de la escritura japonesa. Maestro que intuyo, Vermut a leído y Ud. no.
Agradecería en un futuro, este un poco más informada, para así, no hacernos perder el tiempo a sus lectores.
Desde ya, muchas gracias!
Por favor que comentarios es que dan risa. Y los toques pseudo-culturetas (la lagartija negra :D) Ahí les has dado Pilar, ahí les duele!! XD
ResponderEliminarEl "uniforme", como ud. lo llama, costaba casi 7.000 euros, no 30.000.
ResponderEliminarAlicia (¿a través del espejo?) es una fanática del anime y la cultura japonesa. Su deseo es un objeto de coleccionismo. Lo razonable en la trama, para un padre que sabe que su hija va a morir, hubiese sido comprarle un vestido en "los chinos", claro. O que la niña hubiese muerto a los 10 minutos de metraje y así todo hubiese sido más realista. Sólo que no habríamos tenido película.
El lagarto negro, como ya le han indicado, es un guiño clarísimo a la novela de Rampo (curiosamente, el buscador de internet que utiliza el padre se llama así. Rampo). La película está llena de esos guiños, por cierto. La marca de la botella de ginebra es "Sailor moon", el organizador es Oliver Zoco ("OZ") y la palabra para parar la sesión es "hojalata", el estado o caracterización de Bárbara en el hospital es una réplica palmaria del estilismo "kegadol" (una perversión japonesa).
Sinceramente, me parece que más que ver la película, ud. ha pasado por encima, de puntillas.