domingo, 17 de junio de 2018

Hedy Lamarr: from Extase to Wifi (Alexandra Dean, 2018)


Hedy Lamarr: from Extase to Wifi (Alexandra Dean, 2018). Un documental interesante y triste.
Quienes habéis leído mi libro El papel de las Mujeres en el cine, sabéis que admiro la inteligencia, el genio de inventora, el espíritu libre de Hedy Lamarr. En ese libro recuerdo -someramente, claro-  algunos episodios sorprendentes, innovadores atípicos de su vida. Copio aquí unos párrafos:
“En 1933 –con solo 19 años- rodó Extasis, de Gustav Machaty. La película generó un escándalo tremendo porque Hedy Lamarr (aún no se llamaba así) aparecía totalmente desnuda bañándose en un lago y corriendo por un bosque. En otra escena, simulaba un orgasmo. Era la primera vez en la historia del cine que se mostraban ambas cosas.
(la escena puede verse en: https://youtu.be/9jJgJXG-2vQ ).
Sus padres, asustados quizá por una hija tan “atípica”, la empujaron a casarse con Friedrich Mandl, uno de los cuatro mayores comerciantes de armas del momento, amigo personal de Mussolini y Hitler.
En casa de su marido, Hedy trató a grandes personajes de la época, políticos, militares de altísima graduación. Ella, sin embargo, vivía prácticamente encerrada y constantemente vigilada pues Mandl era extremadamente posesivo y celoso. Lamarr aprovechó su encierro para seguir estudiando ingeniería y aprovechó las frecuentaciones de Mandl para aprender los pormenores de la tecnología armamentística, conocimientos que le serían de gran utilidad para sus inventos posteriores.
Según contó en sus memorias, en 1937, consiguió escapar de su vida de esclavitud (así la llamaba). En efecto, después de drogar a la criada encargada de vigilarla y después de vestirse con su uniforme a fin de pasar desapercibida, logró escapar a París y a Londres. Allí entró en contacto con el mundo artístico y cinematográfico. Finalmente, unos meses más tarde, se marchó a EEUU donde inició una exitosa carrera como actriz, durante la cual rodó con los más grandes directores del momento. […]
En su vida hay, sin embargo, una faceta menos conocida pero extraordinaria: la de inventora. En efecto, en 1941, en plena guerra mundial, a fin de contribuir a la victoria aliada, Hedy Lamarr puso en práctica sus saberes armamenticos y de ingeniería y se lanzó a investigar -junto con el compositor George Antheil- un nuevo sistema de comunicación secreta. Cuando lo descubrieron, lo patentaron con sus respectivos nombres aunque, posteriormente ambos regalaron la patente al gobierno de USA.
La “técnica  Lamarr» es un procedimiento de codificación y transmisión totalmente innovador. Tanto que, en aquella época, no pudo aplicarse porque exigía pasar de un sistema mecánico a un sistema electrónico y tal cosa no se logró hasta el 1957."

Pero, viendo este documental (en el que he aprendido cosas que no sabía) he sentido mucha pena por ella y por todas esas grandes estrellas que, a cambio de su “rutilante” vida, pagaron un alto, altísimo precio.




https://www.youtube.com/watch?v=_rlXHNeQD-s

De Hedy conocía su frustración por no haber sido nunca reconocida como inventora, pero me doy cuenta de que su frustración era aún más profunda y nacía del hecho de que nadie estaba interesado en su inteligencia (tampoco sus parejas). Más bien querían y buscaban lo contrario. Como ella misma dijo: “Cualquier mujer puede tener glamour. Para ello, basta con quedarse quieta y parecer tonta”.
Ese insistente olvido de su genio y esa insistencia en su rutilante beldad que le repetían incansablemente quienes la rodeaban, la prensa, los estudios... terminaron por desquiciarla por lo que, antes de los cuarenta, empezó hacerse operaciones de cirugía que la fueron convirtiendo en un ser patético e incluso desagradable de ver*.



Y quizá aún más la desquiciaron las drogas.
Yo sabía (y lo digo en un pequeño párrafo del libro antes mencionado) que la vida de estas estrellas (sobre todo las estrellas femeninas) no era para nada divina. Ganaban mucho dinero pero sufrían una presión y un control constantes. Durante los rodajes, trabajaban sin descanso en jornadas de 12 o 14 horas. Para hacerles aguantar tal ritmo, los estudios tenían a mano doctores que les daban pastillas “milagrosas” y que les ponían portentosas inyecciones “de vitaminas”. O eso les decían. En realidad, las drogaban sin recato alguno con metanfetaminas y similares. Y luego, por la noche, les metían otro chute para que cayeran groguis sin tiempo de plantearse nada. Y, al día siguiente, las volvían a “espabilar” de nuevo.
En consecuencia, muchas terminaban con el sistema nervioso destrozado y con problemas de adicciones múltiples.
Además, para ellas era muy duro saber que, en sus vidas privadas, siempre defraudaban en relación con su imagen de la pantalla (que, por otra parte, era la que sus amantes y parejas buscaban). Ellas siempre se sentían culpables de no ser Rita Hayworth sino Margarita Carmen Cansino, de no ser Hedy Lamarr sino Eva María Kiesler, de no ser Marilyn Monroe sino Norma Jeane Mortenson. Como señaló Rita Hayworth: “Los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
Debe resultar tremendo tener que aguantar todo eso a pesar de que muchas fueran mujeres de gran carácter. Pero sabían que de ellas nadie quería ni su carácter ni su inteligencia. Solo querían su cuerpo: Hedy Lamarr «la mujer más bella del mundo», Ava Gardner “el animal más bello del mundo» y así sucesivamente.
Y los estudios lo tenían claro: o las doblegaban o las marginaban y, en cualquier caso, las trituraban. Lo milagroso es que algunas lograran superar tal locura.
Y otra cosa que me entristece: a pesar de tanta prosopopeya de estrellato que rodeaba a este plantel de fastuosas y potentes mujeres ¿de cuántas películas fueron protagonistas? No pregunto en cuántos films fueron la chica de "él" sino en cuántos films ellos fueron los chicos de "ella". ¿Cuántas películas donde los papeles que realizaban reflejaran en algo sus realidades de mujeres?

Chicas que ahora sois jóvenes: vale, nuestro objetivo es seguir avanzando porque queda mucho por hacer, pero sed conscientes de que para las mujeres "ningún tiempo pasado fue mejor, ninguno".   

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* Y, para colmo, tuvo que aguantar todas la crueles chanzas que se hicieron sobre sus patéticas operaciones   

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