La batalla de Berlín
de Youri Ozekov (1870) una película bélica sobre la Segunda Guerra mundial
hecha por los rusos, financiada por el gobierno de la URRS, de propaganda,
claro.
No es una gran película, ni mucho menos, pero varios
aspectos me interesaron y me resultaron curiosos.
1. Pelis melis americanas de la guerra hemos visto cientos.
Rusas, pocas y por ello resulta interesante ver esta que narra las consabidas
hazañas bélicas pero desde un ángulo distinto al que machaconamente y por
activa y pasiva nos han contado.
2. Como siempre ocurre en las producciones estatales, no se
escatiman en medios: tanques, decorados, efectos especiales, extras a
cientos...
3. En el film vemos como, en último extremo las decisiones
las toma el gran jefe, o sea, Stalin que -mira tú por dónde y qué casualidad-
es mucho más listo que todos y no se deja engañar ni por el enemigo ni por los
"aliados" capitalistas: Churchill o D. Roosevelt (a este lo ponen de
medio tonto). Resulta curioso, pues, constatar que mucho camarada para acá y para allá pero quien manda, manda. Y quien
manda no se equivoca nunca, todas sus órdenes son siempre acertadas, claro.
4. Los soldados rusos, además de heroicos, tienen muy buenos
sentimientos. Así, capturan a un francotirador que casi ha matado a un general ruso
pero el general, al verlo tan joven, le regaña paternalmente y lo manda a casa
(divino ¿verdad?).
5. Mujeres no hay pero liberan a un vagón entero de
prisioneras que se lanzan a besarlos y abrazarlos. Ellos se dejan. Son hombres
y claro, unas jóvenes monas y bien alimentadas (no me digáis cómo consigue ese
montón de mujeres tener un aspecto tan lozano y saludable en plena guerra y
siendo prisioneras pero ya se sabe que el cine es magia…) se les tiran al
cuello. A ellos se les cae la baba pero son la mar de correctos. Nada de
violaciones ni de abusos. O sea, nada de lo que sabemos que ocurrió
sistemáticamente en Berlín durante todo el tiempo que duró la ocupación.
Leeros "Una mujer en Berlin". Es anónima y la que
escribe cuenta, sencillamente, sin pathos, lo que vive.
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