sábado, 28 de abril de 2018

La vieille dame indigne, Allio, 1965


Allá por 1965, “La vieille dame indigne” de René Allio, me dejó impresionada. Ayer, me acerqué a verla con curiosidad, preguntándome: ¿cuánto y cómo habrá envejecido el film? ¿Y yo? 
Pues miles de películas después, mis ojos y mi cabeza siguieron apreciando y disfrutando mucho. Y el film sigue manteniendo todo su interés. 
Incluso ha añadido uno nuevo: el de ser testimonio de una época, mostrando las formas de vida, decorados, vestuarios, etc. de aquellos años.
El fondo de la historia no ha perdido ni un ápice de su carga de profundidad: una señora que ha vivido toda la vida sirviendo a marido, hijos y que ya anciana, se libera, se lanza a explorar sus propios deseos, a descubrir el mundo y a disfrutar de él: curiosear la ciudad, callejear, ir al cine, sentarse en la terraza de un café a comer una copa de helado, subir y bajar por las escaleras mecánicas, entrar en unos grandes almacenes, maravillarse con la tecnología, hacer nuevas amistades… Una joya de film.
Merece la pena verlo y merece un debate en asociaciones de mujeres. Seguro que muchas aún tienen pendiente dar el paso y lanzarse a vivir sus deseos y otras recordarán cuándo y en qué se atrevieron a hacerlo.
El guion, de Allio y Pollicand, está basado en una historia de Bertolt Brecht que yo no conozco.

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