sábado, 22 de diciembre de 2018

Un asunto de familia de Hirokazu Koreeda


Un asunto de familia de Hirokazu Koreeda, fue Palma de Oro en Cannes (totalmente merecida desde mi punto de vista). Os la aconsejo encarecidamente (si os gusta el cine poco convencional, por supuesto).

Los humanos nos necesitamos unos a otros de las más diversas maneras, incluida la manera que, en principio, parece más evidente: la familia. 
Solo que aquí, en el film, esta familia es de todo menos “evidente”. Es la unión de seres dispares, entre los que los lazos de sangre no cuentan, o mejor, se obvian.
Estas personas se acoplan unas con otras, se apañan unas con otras, cuentan unas con otras, forman un núcleo de refugio (refugio, no paraíso idílico, ojo) frente a una sociedad (o a una familia biológica) inhóspita.
Y todo ello sin caer en ningún idealismo, sensiblería ni complacencia. Prodigioso ¿no?
El film rompe convenciones por todos lados. Y rompe convenciones de las de verdad. Muy, muy lejos de ese falso romper convenciones que mostraba The Square de Ruben Östlund, Palma de Oro del año pasado. Y muy lejos del falso romper convenciones del Oso de Oro de este año: Touch me not. Esta última, Touch me not, es de las que parten de ese principio -que me pone los pelos de punta- de : “Voy a juntar un ramillete de raritos que os va a dejar con la boca abierta”. Cuando hacen eso (o cuando yo interpreto que hacen eso, porque hay otras interpretaciones) me irrito y me encabrito. Hasta el punto de que, quizá como reacción, me digo: “Por mí como si se suicidan en masa”.
Es lo que pienso con muchas películas europeas (francesas, por ejemplo) que pretenden contar "dramas" de sujetos que, como dirían en Asturias, refalfian. No puedo evitar pensar que lo que les pasa, les pasa porque no tienen nada mejor en lo que ocuparse, no sé si me explico...
Un asunto de familia, no parte de ahí. Parte de “Hay otros mundos y están en este” y es cobarde no verlos. Y, este film, que no trabaja la sensiblería, que evita el sentimentalismo y el voyeurismo, (cosa rara, dado el tema) que no busca le proyección emocional de l@s espectador@s, sí dice algo que importa, sí muestra personajes complejos (cada uno a su manera) que requieren nuestra atención y que están insertos en una realidad social concreta, este mundo de hoy.
Este film se atreve a ser "raro" de verdad, de los que, de verdad, pueden descolocar los hábitos rutinarios que tenemos interiorizados como espectador@s.
O sea, es de los films que, al terminar de verlos, sabes que eres más inteligente (desde el punto de vista no solo intelectual sino emocional) que cuando entraste. Y yo eso lo agradezco mucho.

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