Ayer fui a ver Pleno verano. Es una película franco vietnamita del 2000. Su director se llama Tran Anh Hung. El film muestra las relaciones y sentimientos amorosos de tres hermanas durante un mes de verano en Hanoi.
No me entusiasmó. Me pareció inconsistente y con poco calado. Dura 115 minutos que parecen trescientos. O sea, el interés de lo que cuenta no justifica lo que tarda en contarlo. No consigue sacar la historia de la inanidad. Lo mejor de la película (y es triste decir tal cosa acerca de un trabajo de ficción) es su vertiente “documental de La 2”: ambiente, decorados, flores, paisajes exóticos... en fin, lo de: “viaje usted sin moverse de la butaca”.
Por eso, ante esta película, se me hicieron muy patentes las limitaciones a las que nos condena nuestro etnocentrismo. Me daba cuenta de que carezco de referencias suficientes para calibrar aspectos que, aunque no deben constituir lo esencial de un film, a mí me interesan (y más en un caso como este, cuyo relato es tan liviano). Es decir, constantemente se me planteaba la duda de hasta qué punto y en qué medida lo que ves en pantalla responde a la realidad o es una versión estilizada, sesgada y/o edulcorada. Por ejemplo:¿de qué manera y en qué grado responde el físico y la estética de los personajes con los de los vietnamitas de carne y hueso? ¿Tienen las casas de Hanoi esos colores? ¿Las suelen adornar con tal abundancia de ramos de flores?, etc. etc.
Ni siquiera puedo contrastar lo que muestra esta película con lo que mostrarían otras varias. Y es que nunca lamentaremos lo suficiente estar sometidos al casi monopolio de las distribuidoras yanquis que imposibilita ver más filmes de Asia, África, Oceanía, América del Sur e incluso de casi cualquier país que no sea Estados Unidos (por ejemplo Canadá, Polonia, Rusia, Grecia, Inglaterra, etc. etc. etc.). Me irrita que me resulte más cercana la conquista del oeste americano (llamado irónicamente “lejano”?) que, por ejemplo, las sublevaciones de los moriscos de Granada.
Ya sabemos que un film es siempre una creación y, en ese sentido, nunca muestra cómo son las cosas reales. Pero ello no impide que (como decía agudamente Brecht) pueda mostrar cómo son realmente las cosas. De modo que me gustaría ver suficientes películas de otros países para hacerme una idea de cómo son realmente las cosas para ellos.
Pero volviendo a Pleno verano y entrando en el tema del artículo, confesaré que lo que me dejó estupefacta por lo insólito fue que a los personajes no se les viera follar en toda la película (y empleo el verbo follar a posta). Y más teniendo en cuenta que, como dije antes, la narración se centra en las relaciones sexuales y/o amorosas de las tres hermanas.
Bien, pues dando por supuesto que las tres tienen tales relaciones, éstas nunca se muestran. Muestra la sensualidad, el deseo y la tensión emocional y sexual que genera, el placer y la frustración que la atracción o la indiferencia provocan... Es decir, la película no elude el tema sino que lo trata de una manera que no suele ser la habitual. Y así, vemos cómo los amantes se contemplan con arrobo y pasión, los vemos deleitarse en los besos y el contacto corporal... pero –y por decirlo con pocas palabras-no vemos tetas, ni culos ni penetración. Asombroso ¿no?
O sea, este film no respeta los moldes de representación que, por el contrario, tan escrupulosamente siguen la inmensa mayoría de las películas de nuestro ámbito cultural. Y cuyo esquema es el siguiente: dos que se gustan, se aman, y/o se desean, se abalanzan uno contra otro, se besan arrebatadamente metiéndose la lengua hasta las amígdalas; inmediatamente él le levanta la falda y empieza a sobarle las nalgas o los muslos; segundos más tarde le toca, chupa o besa los pechos (o al revés: empieza por los pechos y sigue por las nalgas); puede que se desnuden y/o arranquen la ropa mutuamente aunque también pueden seguir vestidos (sobre todo él); acto seguido, y a no mucho tardar, él la penetra. Ahí puede terminar la escena. En caso contrario, se les ve jadear hasta que tienen el orgasmo al unísono (siempre a velocidad de vértigo).
En efecto, es muy raro que un film de los que masivamente vemos en pantalla o en la TV, se interese por el hedonismo o la sensualidad. No se suele mostrar la delectación en el deseo, ni la exploración de sus posibilidades, ni la indagación de las sensaciones que procura, ni el regodeo de dar o recibir caricias en otras partes del cuerpo que no sean los genitales... Y, para ser más exactas, aclaremos que tampoco se muestran o se insinúan, caricias en los genitales femeninos. Me refiero a caricias tendentes a procurar el orgasmo de la mujer. Si se muestra una mano viril que sube muslos arriba es algo breve y que va en el mismo sentido significante de tocar pecho y trasero: calentar el ambiente.
Porque el alfa y omega, la quintaesencia de las relaciones sexuales en las películas es la penetración. Cualquier otra acción o situación se plantea sólo como “preámbulo” de la penetración que realmente es lo que importa y, por eso, cuanto antes se despache “lo otro”, mejor.
Además, habitualmente en las películas el deseo es muy arrebatado y no admite demora y demora se considera todo lo que no sea coito.
Pero si la representación resulta monocorde no es porque haya pocas películas que la aborden. Más bien al contrario. En el análisis que hice de 55 películas españolas de los 90, sólo encontré seis que no mostraran relaciones sexuales. Otras nueve se limitaban a esbozar o iniciar la acción. Todas las demás incluían escenas más o menos largas y explícitas que podían abarcar desde sólo algunos fotogramas hasta la escenificación completa de principio a fin (es decir, desde el primer beso hasta el orgasmo final).
Esto plantea varios interrogantes: ¿por qué ese monopolio representativo? ¿es así cómo suelen ocurrir la cosas en la realidad? ¿qué importancia reviste el hecho de que las películas muestren las relaciones sexuales de esta manera?
Seguiremos dándole vueltas al tema en el próximo número. Hasta el mes que viene, guapas.
Publicado en 2001, Andra nº 6, pág. 30
Enhorabuena por esta nueva aventura Pilar, he leído algunas de las entradas (sobre todo las críticas de cine), seguiré visitándote, y paseando por esta tu nueva casa.
ResponderEliminarUn saludo