Publicado por Escuela Popular nº 7. Úbeda, FEMPRA (Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Andalucía), 1995.
Imagen/Patriarcado: ¿es posible meter cizaña en este matrimonio?
La imagen y el patriarcado tienen dos
características comunes: su omnipresencia y su invisibilidad. Aunque parezca contradictorio no lo es. Más bien al
contrario: ambas características son interdependientes, es decir, se refuerzan
y se condicionan mutuamente. Está claro que uno de los efectos de la ideología
es el de presentar lo cultural -lo que
es variable- como natural -es decir, inmutable-. En la tarea de hacer
que el patriarcado nos parezca "normal" -nos resulte invisible- trabajan de manera muy activa las imágenes.
En efecto, la mirada, que siempre fue un elemento
esencial en la constitución de la psique humana, tiene hoy una preponderancia
casi total. Ha fagocitado nuestra vida de tal manera que resulta
espeluznante comparar el tiempo que dedicamos a "ver" con el que
dedicamos a las demás actividades no obligatorias. Por ejemplo: besar a
nuestros semejantes, charlar con ellos, cultivar jardines, tocar la guitarra,
hacer ejercicio físico, etc. etc. etc. (la lista de etc. sería inagotable).
Sabemos, además, que el 80% de lo aprendido en la
primera infancia es imitativo. "Los niños aprenden lo que ven", eso
siempre se dijo. La novedad es que ahora ven, casi exclusivamente, Televisión.
No seré yo quien diga que esto sólo acarrea problemas. Aunque existen dos muy graves:
la mala calidad de las imágenes que les llegan y el monopolio casi total de la
imagen como maestro, juez y fuente de placer.
Una última
-pero esencial-
consideración: No vivimos sólo de
sensaciones. "Explicamos" nuestras vidas, les damos coherencia, es
decir, líneas argumentales, temporales y categoriales. Sin paradigma narrativo
no somos viables ni como individuos ni como especie. El relato es la forma
característica que tenemos los humanos para estructurar nuestra experiencia y
almacenarla como recuerdo. Pues bien, hoy, el relato está acaparado por la
forma audiovisual. No hay que alegrarse de ello pero sí hay que constatarlo
y sacar las conclusiones.
Las consecuencias del maridaje:
La imagen modela en gran medida la representación
mental que nos hacemos del mundo. Es decir, la ficción audiovisual es una
poderosísima maquinaria de simbolización, de representación ideológica.
La imagen no sólo refleja lo que somos, también lo
configura: la
estructura mental de las nuevas generaciones, crecidas ante un televisor (y, a
veces, devoradas por él) está profundamente conformada por esas imágenes. Ello
explica, por ejemplo, la preponderancia de lo afectivo y emotivo sobre lo
explicativo, la dificultad para abstraer y centrar el pensamiento (concreción frente
a abstracción, icono contra símbolo), la imposibilidad de atención sostenida
(dispersión frente a concentración)...
La cizaña
El pesimismo absoluto no resulta serio. Y desde
luego nosotros, los educadores, no podemos caer en él -so pena de condenarnos al paro radical-. Las
imágenes en general y las ficciones audiovisuales en particular, son, por
supuesto, productos de la sociedad patriarcal. Pero, ninguna ideología es
monolítica. Siempre presenta fisuras, siempre son posibles las disidencias.
Lo que debemos preguntarnos es de qué modo minar el
patriarcado. Creo que habría que empezar por hacer visible lo invisible.
En situación educativa, ello supone capacitar a los
y las jóvenes para que detecten cómo en los comportamientos, palabras y
actitudes habituales -los que
consideramos "normales"-
subyace el predominio de un sexo sobre el otro.
Mi propuesta es hacerlo a través del análisis de
las imágenes y, sobre todo, de la imágenes articuladas en relato pues yo
pienso como Michel Tournier: "Quien tiene la llave del signo se libera de
la prisión de la imagen".
Y no creo que esto sólo se pueda aplicar a la
igualdad entre los sexos. Lo defiendo como método idóneo para abordar todos
los temas transversales. Pensemos, por ejemplo en la violencia: ¿hemos de
limitar la reflexión al hecho de que la imagen es fuente de violencia?. No, no
basta con constatarlo. Después, es preciso iniciar prácticas educativas que la
contrarresten. Y ello pasa -no sólo pero
sí en buena medida- por enseñar a
los/las alumnos/as a analizar las ficciones audiovisuales, a desmenuzar el por
qué y el cómo las imágenes les hacen partícipes de esa violencia. Enseñarles,
pues, a tener un distanciamiento crítico, es decir, simbólico. A tener una
mirada no meramente emotiva sino estructurada, no simplemente impresionista
sino reflexiva.
¿Cómo llevarlo a la práctica?
Depende, claro está, de nuestra situación, es decir,
de los condicionantes de tiempo, de marco, de edad del alumnado, de su grado de
conocimiento del lenguaje cinematográfico, etc.
¿Cuándo?
Como una optativa temática, como una Unidad
Didáctica en asignaturas de imagen o de comunicación audiovisual (o de otras
asignaturas), como "Semana", "Jornada", etc.
Siempre se puede encontrar un espacio, aunque sólo
sea para iniciar el tema. No olvidemos que las/os alumnas/os tienen una mente
activa, a veces basta con indicarles una dirección para que luego
ellos/ellas -sobre todo ellas- inicien un camino que quizá les lleve lejos.
Hilos conductores:
No se debe confundir la lógica propia a la
estructura interna de una disciplina con las exigencias de estructura didáctica
o pedagógica. El hilo conductor no lo debe marcar la coherencia expositiva del
tema sino la exigencia pedagógica. El hilo conductor es, pues, una elección
metodológica.
Posibles hilos conductores para abordar el tema
(pero que ni son los únicos ni lo agotan):
1. Tipologías de mujeres. Consiste en
clasificar los tipos de mujeres que aparecen en una o varias películas: la que
ayuda al protagonista, la que resulta un obstáculo para él (a veces es la
misma: ella quiere ayudar pero, la pobre, es tan torpe...), las funcionales
feas, las que son la recompensa del protagonista por haber vencido a los malos,
etc. etc.
2. Lo que la imagen dice sin palabras. Este
hilo conductor es de los más interesantes. Requiere un cierto dominio del
lenguaje cinematográfico. Consiste en analizar sonidos, luz, escenarios,
movimientos de cámara, composición, encuadre, etc. desde un punto de vista
significativo. Es decir: preguntándose por qué es así y qué consecuencias tiene
para lo que nosotros espectadores percibimos aunque no lo oigamos o incluso
aunque oigamos lo contrario. Por ejemplo: ¿por qué la cámara "trocea"
con tanta frecuencia a la mujer? ¿en qué escenarios aparece ésta?
3. La ausencia de la mujer. Consiste en
analizar la cartelera (si se vive en un sitio donde exista, claro) o, en su
defecto, la programación de la TV y ver quiénes son los protagonistas de las
películas, de quién se cuenta la historia, de quién se narra la peripecia
vital, quién es el personaje que nos introduce en el relato. Se comprobará que
los protagonistas son hombres en un porcentaje nunca menor del 70% y que las
ficciones audiovisuales protagonizadas por mujeres no llegan jamás al 10%.
4. Historias de amor. La morfología y la
sintaxis del amor: quién hace qué, y de qué modo, qué es el amor para cada
género, etc. Una variante ilustrativa consiste en ver qué queda de una historia
sin quitamos el amor... Se comprobará que las mujeres desaparecen casi
completamente pues la mayoría de las ficciones audiovisuales constriñen los
personajes femeninos a esta "especialidad".
5. Resumir películas. "Contar"
películas suele ser un ejercido que pone muy de manifiesto el escarnio que la
ficción hace de nosotras. Si la consigna es "resumir en veinte o treinta
palabras" se comprobará que las mujeres desaparecemos de la inmensa
mayoría de las historias. A veces sólo aparecemos más allá de la media página.
6. Desmenuzar las estructuras narrativas.
Siguiendo las estructuras actanciales que propone Greimas (o lo que dice Propp), analizar quién es el
mandante o cuál es el imperativo que guía la acción, quién la realiza, quién es
su oponente, quién le ayuda, cuáles o quienes son los obstáculos, cuál es el objetivo y cuál o
quién es la recompensa. En qué escenarios se desarrolla la acción, qué se
selecciona como significativo y qué se considera insignificante, etc. Analizar
todo ello uniéndolo a los dos géneros: varones y mujeres.
7. El juego de las adivinanzas. Visionar una
escena o secuencia de película desconocida. Analizarla con detenimiento.
Adivinar todo lo que se pueda sobre la totalidad de la película: quién es
quién, qué hace, de qué personaje depende la acción y el interés, qué
características tiene cada uno... Comprobar posteriormente si las hipótesis se
verifican. Sacar conclusiones sobre los estereotipos, sobre el papel de los
hombres y mujeres, sobre el maniqueísmo de las imágenes.
8. Los caminos para la identificación: su
perversidad. Este es otro hilo fundamental pero también requiere saber qué
entiende por identificación primaria y secundaria el lenguaje cinematográfico.
Analizar cómo ambas miradas (la de la cámara y la de los personajes) se suelen
fundir de manera persistente en el personaje masculino. Ver cómo la simpatía es
consecuencia de la identificación y no al revés. Analizar cómo los códigos
cinematográficos nos inducen de manera inconsciente y casi inevitable a la
identificación con algunos o algún personaje. Comprobar cómo, si estamos
identificados con un personaje, tragamos todas las ruedas de molino que quiera
lanzarnos. Sacar conclusiones sobre por qué las mujeres son, en el cine, menos
interesantes que los hombres, por qué nos importan menos, por qué, a veces, nos
molestan, etc. Y etc. etc.
Como puede observarse, estos hilos
metodológicos -y otros muchos que
podríamos proponer- se cruzan, se mezclan y se funden. Es lógico porque el
desmembramiento que he propuesto responde sólo
-tal y como ya dije anteriormente- a exigencias pedagógicas. Por ello
hay que evitar el descuartizamiento excesivo, la rigidez empobrecedora en su
planteamiento y manipulación.
-¿Con qué material didáctico?
-El problema de los recursos didácticos es grave. Si
un profesor de Lengua o Literatura quiere acudir a un texto, probablemente lo
encontrará disponible sin mayores dificultades. Si un profesor piensa que
cierta película, secuencia o escena es interesante para analizarlas con los
alumnos puede desesperarse (a no se que se trate de películas americanas de
éxito reciente).
-¿Películas enteras o momentos escogidos?. Depende. Si se
eligen fragmentos hay que respetar ciertas condiciones : han de tener
suficiente coherencia interna o, en caso contrario, es conveniente que los
alumnos vean toda la película aunque sólo se analicen una parte.
-¿Obras maestras o películas de éxito?. También
depende. Yo sugiero aceptar los bodrios que ellos/as propongan pero nosotros
proponer filmes de cierta calidad. Existe el mito de que a los alumnos sólo les
gustan las tonterías. Desde luego, si sólo ven producciones de baja calidad es
difícil que, de pronto, aprecien una obra muy compleja o con unas
características muy particulares. La edad es también un factor importante. Y
todo depende del uso didáctico que nos propongamos. Así, yo no proyectaría
"Fresas salvajes" (Bergman, 1958) a jóvenes menores de 20 años pero
sí analizaría la secuencia de la pesadilla incluso con preadolescentes.
-Evitar las películas excesivamente maniqueas.
Aunque a veces sea instructivo preguntarse cómo se pueden decir tantas
barbaridades sobre una parte de la humanidad. Y, desde luego, si el hilo
conductor elegido es la violencia, resultará imposible no analizar las
manifestaciones de violencia contra las mujeres. Es ilustrativo -y deprimente- analizar el "regodeo" de la cámara
cuando filma violaciones (pero esto sólo se puede hacer con alumnos maduros y
que ya estén sensibilizados respecto al tema).
-No limitarse a analizar películas que transmitan
imágenes positivas de mujeres. Por una parte, son escasas frente al aluvión de
películas que maltratan, marginan o ignoran a las mujeres. Y es esencial armar
a los/as alumnos/as expresamente contra esos filmes. En contrapartida, no hay
que limitarse tampoco a coleccionar "horrores", es necesario también
mostrar modelos positivos.
Dos principios metodológicos que se deben respetar:
1- Apoyarse al máximo en el lenguaje
cinematográfico. Una película no es sólo ni fundamentalmente lenguaje hablado.
Una película nos habla, sobre todo, con imágenes.
2- Ir del análisis de lo particular a lo general, de
lo concreto a lo abstracto; trabajar con
inducciones elaboradas a partir de preguntas. Función del profesor: plantear
preguntar y señalar los procedimientos que han de emplearse para obtener las
respuestas.
Algunas constantes en la representación y el papel de las mujeres
Terminaré mencionando telegráficamente algunas
constantes con las que la ficción audiovisual filma a las mujeres:
1- Ausencia. Anulación como sujeto simbólico. Punto
de vista androcéntrico. Las mujeres son episódicas y el episodio es -según el diccionario de la Real Academia-
acción secundaria, parcial, digresión, incidente. Rara vez el mundo se descubre
a partir de nuestros ojos. La cámara nos mira desde fuera. Somos el objeto de
la visión, casi nunca el sujeto.
2- En consecuencia nos presenta como marginales
respecto al relato. Somos el trofeo del guerrero, su descanso, un peligro
añadido, una rémora, una ayuda quizá...
3- Cuerpo manipulado, troceado y eminentemente
cosificado. Esto la cámara lo crea mediante primeros planos estáticos,
contemplativos, agresivos a veces. Planos "voyeurs" que llegan
incluso a desmembrarnos visualmente como si lo que importara fuesen los trozos
(nalgas, pecho, piernas, boca) pero no el todo.
4- Sexualidad amputada. El cine sigue representado
el erotismo y la sexualidad casi exclusivamente en función del sujeto
masculino. La cámara cada vez muestra más pero siempre muestra lo mismo: modos,
maneras, tiempos, ritmos, etc. que responden a los fantasmas y a la genitalidad
viriles. Y, encima, se filma a las mujeres tan felices y satisfechas con eso..
5- Las mujeres quedan tan asimiladas al mundo
masculino que, cuando en la pantalla aparecen mujeres con características no
tradicionales, éstas suelen comportarse como hombres con faldas. Como si la
única forma de reivindicarse como sujeto fuese la de adoptar los modos y
maneras masculinos. Así, ahora vemos mujeres violentas o brutales al modo
viril, o mujeres que muestran una configuración del deseo erótico totalmente
varonil: quedarse colgada con un trozo de carne descoyuntada del resto del
cuerpo, mantener relaciones sexuales como si cogieran el autobús (y tuvieran
que desplazarse mucho, claro).
6. Con frecuencia, las mujeres de la ficción no
tienen criterios ideológicos ni políticos. Piensan, se supone, lo que piense su
señor. Esto es así en películas que van desde "Casablanca" a
"Mentiras arriesgadas".
Podría terminar con etc. etc. pero terminaré
pensando en películas que, por el contrario, nos ensanchan el horizonte y
enriquecen nuestro mundo simbólico e imaginario. Y espero
que cada día sean más numerosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario