martes, 2 de abril de 2013

Festival de cine realizado por mujeres de Créteil


A toro pasado me doy cuenta de que llegué al festival con ánimo un poco pasota. Algo perezosa y aburrida, como si no esperara encontrar gran cosa.

Pero ya en la primera e intensa tarde me reconcilié con el cine, esa extraordinaria y portentosa maquinaria que permite (en mayor medida que cualquier otra, creo yo) ver y compartir mundos variados, asomarse a la extrema fuerza y fragilidad, ruindad y grandeza, complejidad y unidad de lo humano.




Vi documentales extraordinariamente diversos, pero con el denominador común: creo que todos contribuyeron a hacer de mí una persona más inteligente, más delicada, más fina y sutil. Más capaz de mirar y ver.
Así, por ejemplo, el doc ruso, Our Newspaper de  Eline Flipse es de una riqueza extraordinaria. 
Te da para pensar sobre el periodismo, la corrupción, la pobreza, la vejez, la generosidad, la lucha por la supervivencia... sobre esos lugares de climas tan extremos. Te hace pensar sobre la chulería y la prepotencia de los gerifaltes rusos (desde Putin al último mono del último pueblo perdido) y también, de pronto, te muestra el cansancio que puede anegar al alma humana en un recodo del camino, la hartura de pelear contra tanta estupidez -quizá a cambio de casi nada-, el modesto pero comprensible sueño de vivir tranquil@, abandonad@, caliente, aunque a cambio un@ haya de ser medio tont@...

O, en otro estilo completamente diferente, el doc "Entre les passes" de Myriam Rachmuth, sobre dos jóvenes rumanas que se prostituyen en Lausana. Ese muro que han levantado entre ellas y su vida, esa costra de autodesprecio, esa manera de hacerse extranjeras de sí mismas, esa coraza… esa forma de aceptar que te denigren, te chuleen, te roben, te llamen tonta. O esa otra defensa que consiste en nunca pensar más allá del instante y en tener a alguien a quien denigrar e insultar a tu vez…

"Mbëkk Mi" de Sophie Bachelier que planta la cámara en plano fijo (para así dejarnos ver, como decía Godard) ante diversas mujeres senegalesas que cuentan sobre sus hijos o maridos embarcados en cayucos para llegar a España. Algunos murieron, otros llevan años en centros de detención o malviven vendiendo por las calles. Aunque el tema es grave, os traigo dos notas "frívolas": Barcelona es Barça. Así, una dice: "Mi marido ahora vive en Barça". Estas mujeres hablan en wólof pero, de pronto, en el flujo de esa lengua, irrumpen algunas palabras en francés; son las relacionadas con el tiempo: las horas, los días, los meses, los años. Supongo que la expresión del tiempo que tenían en su lengua no se corresponde para nada con el tiempo que ahora manejan y, en vez de crear neologismos, lo que han hecho es introducir ese vocabulario y esas expresiones en francés, tal cual.

Compruebo que este año casi todos los documentales son de una extrema dureza. Quizá porque los tiempos que vivimos no se prestan a la frivolidad. Así, "C'était mieux demain" de Hinde Boujemaa que cuenta la lucha por la supervivencia de una mujer tunecina.

O "Même un oiseau a besoin de son nid" de Christine Chansou sobre el combate que libran en Phnom Penh unos vecinos contra la panda de capitalistas brutales, soeces, despiadados, inhumanos que, respaldados por políticos, jueces y policía arrasan un barrio popular y expulsan de sus casas a la gente a fin de edificar y construir "desarrollo, modernidad, negocio". ¿Os suena? Es duro pero no termina de resultar siniestro porque esas personas no se rinden, ahí siguen (también los apoya una diputada que muestra un tremendo arrojo), luchando con una determinación que deja boquiabierta.
Una de las últimas escenas del muestra la represión que sufren las mujeres manifestantes por parte de la policía. Ellas, lejos de amedrentarse  o huir, se enfrentan a las fuerzan del desorden y en un gesto que llama la atención, se quitan las blusas y muestran sus pechos. Es curioso porque no creo que estas camboyianas sepan que FEMEN existe de modo que no estamos ante ninguna moda o tic de imitación. Tampoco, quizá, el gesto proceda del mismo proceso mental. Las FEMEN lo hacen por provocación. En las camboyianas parece como un último recurso, como un aquí nos tenéis, somos mujeres, os presentamos nuestra piel desnuda, no tenemos armas pero estamos dispuestas a todo. En fin, no sé, lo digo por decir ya que después de ver la peli no me volví a cruzar con la directora y no pude preguntarle.


Me reí con "La femme cotelette" de Mariette Auvray. El doc se llama así porque una señora cuenta como, cuando era joven, cuando se casó, pensaba aquello de que la mujer es la costilla de Adam. Pero se dio cuenta de que en realidad, no llegaba a costilla (côte), que más bien era una cotelette (una chuleta). Luego empezó a tomarle aprecio a su propia vida, a estimar y valorar su tiempo, sus aficiones, sus placeres, su espacio… Hasta que se convierte en una vieja liberada, poco convencional y con mucho sentido del humor.


Y la ficción…
Una película china, "Egg and Stone" de Huang Ji. Hiela la sangre. Me dejó totalmente arrasada. Un mundo sin sentido, espantosamente feo, degradado y muerto. Seres incomunicados, tristes, incomprensibles... Solo algunas pelis rusas de los últimos años del comunismo me parecieron tan devastadoras como estas chinas (hablo en plural porque el año pasado vi otra igual de desoladora).  
Esta es la directora (quién lo diría):

Estas películas chinas de director@s "alternativ@s" (por llamarlo de alguna manera) son mucho más despiadadas que las que hacen los directores chinos para el "cine europeo" (no sé si me explico: Adiós a mi concubina, Sorgo rojo y otras linternas, y no lo toméis como un desprecio). Y, desde luego, están a años luz de las promovidas oficialmente, con dinero y medios del estado y que son las que les gustan a los chinos.
Las que vemos por aquí, en China no se distribuyen pero es que, además, no les gustan (ya sabemos que la pescadilla se muerde la cola). En 2011 tuve ocasión de ver una de esas superproducciones chinas: "Tangshan da di zheg" (traducida en inglés como "Aftershock"). Su director Feng Xiaogang, es muy famoso en China. La peli tuvo 300 millones de espectadores (bueno, ya sabemos que son 1360 millones de chinos). El film, en sí, me interesó bastante. Un melodramón con todos los ingredientes necesarios pero bien hecha, buen guión, y sin escatimar medios, decorados ni extras. Y yo, qué queréis que os diga, puesta, prefiero -y con mucho- esta superproducción a su equivalente yanqui porque de estas últimas ya hemos visto cientos y nos las sabemos todas de memoria. 

Los chinos, sin embargo, prefieren -por encima de Tangshan da di zheg (a pesar de los 300 millones que la vieron)- Avatar que es la películas que ha tenido más éxito en China en toda su historia. Toma ya.

 Vuelvo a Créteil. Os cuento por si tenéis ocasión de verlas. Ya sé que por ahora no están en filmin pero quizá lleguen. Aquí, en París, se van a estrenar algunas en circuito comercial dentro de unos meses.
Un corto lituano, "Liza, Namo" de Oksana Buraja. Yo también creo que, a veces, a los niños les sobran motivos para espantarse del mundo adulto. ¿A vosotr@s nunca os resultaron ásperos y extraños? ¿Vosotr@s tuvisteis una infancia idílica y preservada?

"Inch'Allah". De Anaïs Barbeau-Lavalette. Cuenta la historia de una médica canadiense en Cisjordania. Muy, muy interesante (y dura, claro). Tiene un ritmo y una tensión que no decaen un solo instante. Recordé mucho a Cristina Andreu. La película recibió el premio del público. Y no me extraña, la verdad. 
Es un film muy interesante. Intenso, duro, complejo. La narración no decae ni un solo instante.
Está, además, protagonizado por mujeres. Fundamentalmente por una médica canadiense, Chloé, que trabaja en un consultorio de maternidad en un campo de refugiados de Cisjordania.
Y, como a menudo ocurre en las pelis de las directoras -y rara vez en las de los directores-  Chloé tiene una vida que no se resume en sus amoríos: tiene una profesión, una mirada sobre lo que la rodea, emociones de todo tipo, compromiso, dudas. Y tiene madre y amigas. Que sí, que ya sé que suena a tontería evidente decir que tiene madre y amigas pero que en el cine, por extraño que parezca, no lo es: las chicas viven en burbujas que aparecen y desaparecen en función de su relaciones erótico-amorosas con los hombres.

"
Hemel", de Sacha Polak, una directora neerlandesa. Muy buena haciendo cine. Seguro que si sigue así será una grande. Tema: los ricos también lloran. Aunque no sufren por lo mismo que en Cisjordania (y su sufrimiento puede parecernos, pues, inane). Recibió el premio del jurado. Y lo entiendo.

" 90 minutos", de Eva Sorhaug. En Noruega, todo clean, todo acero, gris, madera, Ikea, diseño. Aparentemente, pues, todo limpio y civilizado. Pero la violencia masculina… Otra que te deja sin aliento.

"Le sac de farine" de Kadija Lecrere que obtuvo el premio que otorga un jurado de adolescentes y jóvenes de los institutos de Créteil. La peli está muy bien -francamente bien- y, dentro de que cuenta una historia sin sirope, es equilibrada y positiva (ah y la chica elige su vida aunque tenga que renunciar a la historia de amor. Este es un "detalle" muy interesante, creedme y un "detalle" que solo se les ocurre a las directoras. Curioso ¿verdad?).
Y qué deciros de el corto "La boda" de Marina Seresesky? Que lo veáis: http://www.youtube.com/watch?v=IANgNslv61g. Obtuvo el premio de Canal + al mejor corto. Y, además, el Jurado Universitario le dio una mención especial (y no le dio el premio, no por falta de ganas, sino por no repetir, creo yo).

Conclusión:
La potencia, la variedad y la pasión del cine. Y por eso me da tanta pena pensar que la mayoría de la gente solo puede ver el mismo tipo de pelis una o otra vez. Algunas bien hechas, no digo yo que no, pero pavadas, todas iguales. Es un problema de difícil solución. En literatura hay muchas más posibilidades de acceder a obras que no sean manidos betseller pero el cine… ¿Cómo acceder a una peli lituana si alguien no compra los derechos y la subtitula? ¿No es esa una labor cultural que la tele pública debería hacer? 
Y nota marginal (pero interesante): Tendríais que haber visto al jurado de adolescentes y al de universitarios: totalmente representativos de Créteil, pueblo de aluvión. 90000 habitantes de los cuales no creo que lleguen al 5% los descendientes de Axterix, Óbelix y otros galos. O sea: todas la tallas (en ancho y en largo), todos los colores. También equilibrado el número de chicas y chicos. Y conmovedoramente concienzd@s, entregad@s, atent@s, responsables y preocupad@s por justificar bien su elección. Además, el jurado de los adolescentes se tradujo a sí mismo en inglés y en español (con algún error, sí pero me gustó mucho porque, además, se notaba que se lo habían trabajado en sus respectivas clases con sus respectiv@s profes). Enternecedor  

No hay comentarios:

Publicar un comentario