lunes, 30 de mayo de 2016

Poesía sin fin, de Alejandro Jodorowsky: Cannes 2016

Vi Poesía sin fin, el film que Alejandro Jodorowsky ha presentado en Cannes 2016.
Vino él. Está mayor pero estupendo (87 añitos), es entrañable y simpático. Habla un francés fluido, por supuesto, pero, con tanto acentazo que, a veces, cuesta entenderlo. Siempre que lo escucho, me sorprende ese asunto porque llegó a Francia en el 53 y con solo 24 años.


En este film es la continuación de La danza de la realidad. En él, sigue con su autobiografía, sigue contándose a sí mismo. La primera hora (¡el film dura dos horas y ocho minutos!) me pareció muy divertida Porque, además, es la más surrealista, disparatada y libre. Luego ya se pone en plan filosófico-poético… Jodorowsky está convencido de que por su boca habla la sabiduría. Claro que sus much*s seguidor*s también lo piensan.
A Jodorowsky Lo salva el hecho de que es buena gente, creo pero, con todo, yo no puedo ser complaciente. No estoy para ese tipo de “lecciones de vida”. Y, además, ni su personaje ni los demás que lo rodean, me enternecen.
Y, luego, es machista. No agresivamente machista. Solo tranquilamente machista. No es de los que nos odian, no. Se nota, por ejemplo, que a su madre la quería. Dice incluso algo muy hermoso de ella (y que se puede aplicar a muchas mujeres): “Era un humilde cisne viviendo entre pretenciosos patos”.

Pero, con todo, en la escena final, no es de ella de quien se despide sino su padre, de él es de quien asume la filiación. Él es quien simbólicamente importa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario