Il traditore de Marco
Bellocchio.
Dura dos horas y media
(casi) y, bueno, te las tragas. O sea, se puede ver sin sufrir. No es de eso
films donde, al cabo de media hora, te dices: “¡Qué horror, qué pestiño, qué
hago yo aquí!”.
La película no carece de
interés porque la historia real que narra tiene enjundia y trascendencia, pero
lo que se aprende de ella en dos horas y media, se lee en 15 minutos.
Es decir, no aporta nada que
no sean hechos.
A mí no me interesa este
tipo de cine que solo narra acontecimientos.
Por eso no me suelen
interesar los biopic. Aún recuerdo Lincoln (2,30h.) de la que pensé lo mismo
(en peor): “¿Qué hago yo aquí viendo anécdotas de esta gran hombre?”
O sea, es de ese tipo de cine
que, bueno, puede hacerte pasar unas horas si no tienes nada más apasionante en
lo que enredarte, o si te interesa saber cómo funciona Cosa Nostra y qué
ocurrió con los grandes procesos de los 80 que promovió el heroico juez Falcone…
En resumen: no me parece
una gran película. Estaría bien como telefilm o miniserie de dos o tres
episodios.
Soy una idealista y tengo
una idea del cine que quizá ya no se corresponde con la realidad. Siempre espero que,
más allá de la anécdota o de lo aparente, se me remueva algo. Este film no lo
hace.
Si lo hacía la trilogía
de El padrino. Aunque, claro, también las películas que tienen calado son mucho
más peligrosas. Justamente porque te arrastran y hacen que termines tragando –al
menos con relativa simpatía- carros y carretas.
Pero os diré que, desde
mi punto de vista, Marco Bellocchio está sobrevalorado. Su cine tiene interés
pero sin pasarse…
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