¡Que viva México!
(Serguéi Eisenstein, 1932) que faltaba en mi filmografía.
No esperaba ver una obra
de la calidad del Acorazado Potemkin. Y estaba al tanto de que el film, hablando en puridad, no llegó a hacerse y que lo que vemos son tomas y escenas dispersas. Con todo, me
pensaba en algo de mayor enjundia.
Y no. Es una especie de
paseo "turístico" que, de entrada, parece muy tópico y
"amañado" (aunque esto pueden calibrarlo mejor las mexicanas).
Algunas secuencias son de
una torpeza inexplicable: filma una corrida de toros sin un solo pase que
merezca la pena... Pero, eso sí, con público enfebrecido (¿de qué?), con
señoras con mantón y floripondios... Y ojo, los espectadores sacan los pañuelos
pidiendo la oreja antes de que el torero mate al toro.
Y, desde luego, el
comentario sonoro de las imágenes es de pena, penita, pena.
Así, la secuencia llamada
"Sandunga" muestra niñas que empiezan a trabajar con 12 años a fin de
ir consiguiendo monedas de oro para hacer un collar con ellas (obligada dote
para poder casarse...). Dice la voz en off: "Para tener acceso a su
felicidad"... o sea ¿cuando se casen van a poder descansar o es que la
felicidad consiste en añadir a sus tareas el cuidado de un marido, un parto
cada año y etc.?
Eso, acompañado de
escenas de hombres tirados por las hamacas mientras ellas les traen bebidas,
los mecen, etc.
Bueno, pues la voz en off
califica la situación de ese lugar, Santo Domingo Tehuantepec, como de
matriarcado. Como lo oís...
Y así todo. Hasta la
escena de rebelión en la hacienda de Tetlapayac se debe a un atentado "al
honor" varonil, ese que según decía Quevedo, se encuentra entre los muslos
de las mujeres...
Menudo desengaño de film...
Y qué triste confirmar,
una vez más, que un tipo capaz de ver ciertas injusticias sociales, cuando se coloca ante la realidad de las mujeres, deja de ver. Directamente no ve. Es como si un telón
de ideología patriarcal le impidiera ve incluso lo que él mismo está filmando...
Solo se salva a belleza
de algunas imágenes, pero el cine es más que eso...
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